Viejo
Le tenemos
miedo a las palabras. ¿Será por lo que significan? Dolor….muerte… viejo. ¿A las
cosas no habría que llamarlas por su nombre? ¿O será como a quienes no les
agrada aquel que le adjudicaron sus
padres y entonces se inventan un apodo a su medida?
Hablando de
los viejos, a los humanos ya grandecitos
¿No habría que llamarlos simplemente así; los viejos? ¿O es que son los ancianos? ¿O como les llama
por ahí el almacenero de barrio, sin ser su nieto, son la abuela o el abuelo?
Hoy esquivándole al vocablo certero se los llama, elegantemente, los adultos
mayores.
Es que a lo
que está viejo de inmediato se le asocia con lo que ya no funciona, lo que por
muy usado está deteriorado, herrumbrado….Pero no es así. No es un problema de
palabras, la cuestión en este asunto de
los viejos, no es como se los llama sino como se los trata. A los abuelos, los ancianos los adultos
mayores, la gente de la tercera edad,
los viejos o como usted quiera llamarlos hay que cuidarlos y
respetarlos.
Para el
año 2050 (varios de los pocos que lean esta nota seguramente estarán por aquí) la población de
viejos se verá duplicada; en algunos países triplicada y hasta cuadruplicada,
lo que indica que del 10% que ocupan hoy los viejos de la población total de un
país, en unos cincuenta años más pasará a ser el 40% -no olvidemos que convive
con este fenómeno la contra tendencia de una bajísima natalidad, por ejemplo,
en algunos estados europeos el incremento de la población vieja se hará
mucho mas notorio por la falta de nacimientos-.
¿Quiénes son
los hoy rebautizados por nuestra moderna sociedad como adultos mayores? Se considera adulto
mayor a toda persona que pasó la edad de
60 años.
Lo cierto es
que en la actualidad es exagerado el
desmedido valor que se adjudica a algunas palabras, una de ellas es la palabra
“cuanto”; ¿Cuánto ganas? ¿Cuánto posees?
¿Cuántos años tenes? No dice mucho de nada, pero en todo caso a los que
respondan “Tengo mas de 60”, habría que preguntarles que es lo que quieren,
digo, cuales son sus deseos, si les
gustaría viajar, si desean seguir practicando
su deporte favorito, si quieren seguir trabajando o si de verdad desean
jubilarse. Salvo escasas excepciones, por alguna patología muy severa o por
perdida de la conciencia, cada cual debería decidir hasta el final de sus días.
Es la
Argentina el segundo país latino
americano mas envejecido (es decir, el
con mayor porcentaje de viejos en la población luego de Uruguay), ojo, esto no
quiere decir de modo alguno que nuestro
país sea un modelo de lo que hacemos por ellos. En todo caso somos un mal ejemplo
de acciones como la jubilación precoz que deja
fuera de circuito a excelentes
docentes, investigadores, y trabajadores en general con una legislación que los margina, justo en el momento de la
vida en que el conocimiento y la
experiencia acumulada los avala como
para dar lo mejor de si a la sociedad y a las generaciones venideras.
No podemos
olvidar que en general los viejos son sanos, pues al igual que existen niños y
jóvenes enfermos los hay en la vejez, pero en su mayoría la gente grande es
saludable y activa. Como dice el ingenio popular – y si lo dice, por algo será-
“Existen viejos
de 20 y jóvenes de 80” ¿Será una cuestión de actitud?
Ya es hora
de empezar a educar a nuestros jóvenes al respecto que; un viejo no es el otro,
“es uno mismo en el tiempo” (si es que esta echada la suerte de llegar) La
sabiduría de quienes ya pasaron por lo que los jóvenes aún no pasaron debe ser
capitalizada y no desechada como suele serlo en plena era del descarte, y no
confundamos; vejez no es sinónimo de
sabiduría – cual un joven bobo, un viejo
también puede serlo por más años que haya acumulado- pero cuidado, viejo tampoco es sinónimo de descarte, por
más empeño que así el consumismo difunda en su feroz discurso.
Cuidarlos a ellos no deja de ser un motivador acto
egoísta, el hacerlo es cuidarnos a
nosotros mismos mas adelante.
No temamos a las palabras, ellos son, como me gusta
llamarlos; “los viejos”…son lo que seremos,
nuestros queridos viejos.
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