lunes, 28 de abril de 2014

Trasladar

   Jactarse no sé de que sabiduría por la sencilla razón de haber viajado es de altísima ignorancia,  pero negar que el hecho de viajar y conocer otras culturas nos enriquece también lo es.
  Sobre esto de viajar - y justamente por que acabo de llegar de un periplo-  es que me pregunto abiertamente si  para mejorar las condiciones del lugar donde uno vive no es interesante emular lo bueno que uno aprecia por otros lares, por ejemplo, adquirir un buen hábito imitándolo de otra región para implementarlo en la propia
  ¿Es que tan difícil es trasladar a nuestra tierra modelos de otra región que adaptados a nuestra cultura  (tarea por cierto nada fácil) darían un país mas justo para todos?  
Quienes ostentan poder y conducen nuestra nación; ministros, gobernadores, jueces ¿acaso no han viajado? ¿Es que no han notado lo bien que en otros territorios funcionan ciertos elementos que traspolados correctamente como modelo en un mediano y largo plazo podrían instalarse aquí?
  La respuesta es obvia, claro que si, solo que para apreciar de verdad como es y funciona una región  debe recorrerse en un  plano que permita un contacto en serio;
moverse en los medios de locomoción masivo, visitar los ámbitos donde se reúne la gente común, comprar en el almacén de barrio y charlar con quien quiera que sea como cualquier hijo de vecino. Sobrevolando por encima en comitivas protocolares de hoteles 5 estrellas a restoranes 5 tenedores y de allí a algún que otro  museo o feria internacional la verdad, de verdad, no puede ser valorada.
   Apreciar a fondo requiere observar, palpar y respirar en una aproximación a la realidad que no solo se analiza y discute  macroscópicamente, solo con los 5 sentidos desplegados de verdad podemos asimilar lo ajeno  para poder aplicarlo a lo  propio
  Las comitivas políticas claro que viajan y recorren y dicen que conocen  pero no es así, no solo desconocen la realidad  de culturas ajenas a las que visitan sobrevolando superficialmente,  sino que del mismo modo desconocen las necesidades de su propia gente, es decir las de su propia región, sencillamente, porque también por aquí sobrevuelan por encimita de la realidad apenas oteando desde  arriba.
  Hace ya unos cuantos años ( unas dos décadas) un viajado amigo con quien conversábamos  a propósito de cómo la gente en nuestro país arroja desperdicios a la calle como si alguien atrás fuese recogiéndolos; me contó que había asistido a un mega recital de rock  en una importante ciudad de Suecia donde  más de treinta mil jóvenes se habían dado cita durante  más de 5 horas  que duró el evento, la música fue la protagonista pero otros aditamentos como el alcohol el tabaco y otras yerbas también abundaban. Al final del recital sobre las 3 de la madrugada  se pidió por los altoparlantes que cada uno recogiese los desechos cercanos y los llevase a los contenedores que para tal fin habían sido dispuestos. A los cinco minutos, me contaba conmovido mi amigo argentino, el espacio estaba nuevamente impecable como si nada hubiese ocurrido  allí dejando el  parque en óptimas condiciones para los próximos.
  Cuando recorro mi ciudad y veo la mugre y los desperdicios, claro, después alguien la levanta jactándose de su eficiencia recolectora, olvidando el despropósito de tiempo, energía y recursos económicos (primero se invierte  en educación y luego  en recolección, no al revés!)  Más de una vez me pregunto ¿Tan difícil seria copiar saludables acciones como la relatada?
Claro que no, la gente siempre esta dispuesta a ser educada  pero para ello quienes conducen, deben conocer estas simples medidas de la única manera en que es posible aprenderlas; solo viviéndolas para incorporarlas y luego así poder aplicarlas.

Todos estos eventos que se están realizando últimamente en el parque de Mendoza como el fabuloso  homenaje al flaco Spinetta (quince mil personas) son una buena oportunidad para empezar a aplicar esta política del cuidado y de buena manera la gente lo recibiría y lo aplicaría. Un día pensé que si me toca dirigir una vendimia le llamaría “la vendimia del cuidado”, es hora que nos demos cuenta en la sociedad en la que estamos viviendo y lo que tenemos que hacer para mejorarla.

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