Tiempo
y tecnología
Que el tiempo es relativo es algo que hemos
aprendido a escuchar..... Y por algo será, pero desde el punto de vista
concreto en tiempo real, medible, podemos pensar que es gracias al acelerado avance tecnológico que podemos ahorrar tiempo en la resolución de numerosas
actividades, mejorando definitivamente así
la calidad de nuestras vidas.
Es así que nadie en su sano juicio debiera
devaluar los adelantos. De hecho muchos de los que lo hacen se ven presos de
sus propias afirmaciones cuando, por ejemplo, en carne propia deben recurrir a
los avances que la tecnología medica
provee para el diagnostico o el tratamiento de una enfermedad del modo más
eficaz del que se dispone.
Es sabido también que están los que
renunciando al uso de ciertos avances
padecen la angustia del “amputado tecnológico”, es decir, la de quienes como si
les faltara un órgano se les hace dificultoso llevar adelante tareas que para otros
resultan muy simples.
Hasta aquí el análisis es obvio y podríamos
resumirlo del siguiente modo: a medida que van apareciendo en el mercado
adelantos de probada eficacia (un profesor en la facultad nos decía que
tratáramos de esperar, no ser nunca los primeros, ni llegar últimos) irlos incorporando
al uso para no quedar rezagados o fuera de competencia.
Pero el
asunto no es tan sencillo; primero porque la velocidad en que afloran las
novedades que superan a las anteriores son imposibles de asimilarse por el
común de los usuarios.
2°- En qué
medida esa tecnología destinada a acortar tiempos de trabajo, paradójicamente
pasa a robarnos espacio de otras
actividades esenciales de nuestra existencia.
3°- Cuando
estos adelantos nos ponen en fuerte conflicto ético desdibujando las fronteras
que comprometen nuestra especie ( además lo digo porque me pasó).
En trazos generales podemos pensar que en este indiscutible
vínculo con la tecnología, el beneficio que algo genera por un lado, puede
verse francamente alterado por el otro, sobre todo, aquello que pretende instalarse en un momento donde la sociedad en
su conjunto aún no está preparada para
absorberlo.
Desde lo práctico, no estaría nada mal como
regla simple usar el sentido común para descubrir, mas allá de las reglas que
impone el mercado, cuál es el punto en que un aparatito deja de mejorar nuestra
calidad de vida para empezar a jodérnosla.
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