lunes, 28 de abril de 2014

Tiempo y tecnología
 
  Que el tiempo es relativo es algo que hemos aprendido a escuchar..... Y por algo será, pero desde el punto de vista concreto en tiempo real, medible, podemos pensar  que es gracias al acelerado  avance tecnológico que podemos  ahorrar tiempo en la resolución de numerosas actividades, mejorando definitivamente así  la calidad de nuestras vidas.
   Es así que nadie en su sano juicio debiera devaluar los adelantos. De hecho muchos de los que lo hacen se ven presos de sus propias afirmaciones cuando, por ejemplo, en carne propia deben recurrir a los avances  que la tecnología medica provee para el diagnostico o el tratamiento de una enfermedad del modo más eficaz  del que se dispone.
  Es sabido también que están los que renunciando al uso de  ciertos avances padecen la angustia del “amputado tecnológico”, es decir, la de quienes como si les faltara un órgano se les hace dificultoso llevar adelante tareas que para otros resultan muy simples.
   Hasta aquí el análisis es obvio y podríamos resumirlo del siguiente modo: a medida que van apareciendo en el mercado adelantos de probada eficacia (un profesor en la facultad nos decía que tratáramos de esperar, no ser nunca los primeros, ni llegar últimos) irlos incorporando al uso para no quedar rezagados o fuera de competencia.
Pero el asunto no es tan sencillo; primero porque la velocidad en que afloran las novedades que superan a las anteriores son imposibles de asimilarse por el común de los usuarios.
2°- En qué medida esa tecnología destinada a acortar tiempos de trabajo, paradójicamente pasa  a robarnos espacio de otras actividades esenciales de nuestra existencia.
3°- Cuando estos adelantos nos ponen en fuerte conflicto ético desdibujando las fronteras que comprometen nuestra especie ( además lo digo porque me pasó).
  En trazos generales  podemos pensar que en este indiscutible vínculo con la tecnología, el beneficio que algo genera por un lado, puede verse francamente alterado por el otro, sobre todo, aquello que pretende  instalarse en un momento donde la sociedad en su conjunto aún no está preparada para  absorberlo.

   Desde lo práctico, no estaría nada mal como regla simple usar el sentido común para descubrir, mas allá de las reglas que impone el mercado, cuál es el punto en que un aparatito deja de mejorar nuestra calidad de vida para empezar a jodérnosla.

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