Tiempo de eternidad
El tiempo
entregado para que otro sea, es tiempo de eternidad.
Hace un tiempo en una conferencia sobre
educación, escuché una frase que retengo con fuerza, solo cuando algo nos es
transmitido por un maestro con amor podremos ejercer a la distancia lo
aprendido con la misma vehemencia de quien nos lo supo transferir. Es el
maravilloso circuito de enseñar y aprender, inagotable en el tiempo con sus dos
ingredientes fundamentales; pasión y entrega.
La impronta
que modifica a alguien para el resto de sus días no tiene solo que ver
con la erudición de quienes transmiten sus conocimientos, sino con la plena
conciencia de saber que es también la forma en que se lo hace lo que lo
convierte en el acto por excelencia que nos sostiene como especie.
Así desde la gestación, en el acto de
amamantar, el de sujetar en los primeros
pasos y los primeros vocablos, hombro que sostiene, silenciosa mirada que
acompaña, es como nos vamos construyendo.
Por lo hondo que recalaron tus palabras en mí
aquel día y para siempre gracias Josefina Semillan, gracias por la fuerza y convicción con que te has
preparado para saber decir. Como en aquella conferencia en que nos
transmitiste a quienes allí, con todos los sentidos dispuestos te escuchábamos;
no hay nada que supere al saber darse. ¡El tiempo entregado para que el otro
sea es tiempo de eternidad!
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