lunes, 28 de abril de 2014

Tiempo de eternidad
 
  El tiempo entregado para que otro sea, es tiempo de eternidad.
  Hace un tiempo en una conferencia sobre educación, escuché una frase que retengo con fuerza, solo cuando algo nos es transmitido por un maestro con amor podremos ejercer a la distancia lo aprendido con la misma vehemencia de quien nos lo supo transferir. Es el maravilloso circuito de enseñar y aprender, inagotable en el tiempo con sus dos ingredientes fundamentales; pasión y entrega.
  La impronta  que modifica a alguien para el resto de sus días no tiene solo que ver con la erudición de quienes transmiten sus conocimientos, sino con la plena conciencia de saber que es también la forma en que se lo hace lo que lo convierte en el acto por excelencia que nos sostiene como especie.
  Así desde la gestación, en el acto de amamantar,  el de sujetar en los primeros pasos y los primeros vocablos, hombro que sostiene, silenciosa mirada que acompaña, es como nos vamos construyendo.

  Por lo hondo que recalaron tus palabras en mí aquel día y para siempre gracias Josefina Semillan, gracias  por la fuerza y convicción con que te has preparado para saber decir.   Como  en aquella conferencia en que nos transmitiste a quienes allí, con todos los sentidos dispuestos te escuchábamos; no hay nada que supere al saber darse. ¡El tiempo entregado para que el otro sea es tiempo de eternidad! 

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