Tecnología que mata
La organización
mundial de la salud dice algo así: cada tres minutos muere una persona en un
accidente de tránsito, ojo dice el ministro de salud de turno; no son
accidentes son incidentes, son evitables.
Es alarmante
como a pesar de tantos avances destinados a protección, los muertos por
accidentes aumentan sideralmente año tras año.
Indudablemente
el stress que conlleva la vida actual, sumado al congestionamiento vehicular
más las potentes motores que hoy ofrece el mercado generan una descarga de
adrenalina que suele terminar en el pedal del acelerador, si a eso le sumamos
que un porcentaje importante de conductores habla por teléfono móvil o lo que
es peor, manda mensajes de texto
mientras dirige (el que aquí suscribe también lo he hecho) la cuestión se torna
una ruleta rusa sobre ruedas.
Los más
afectados son los jóvenes, que además del descalabro hormonal propio de esta
etapa, aditamentos como el alcohol y las drogas completan el combo, elevándolo
a la enésima cuando se está en grupo, lamentablemente estas tragedias suelen
afectar a varios jóvenes juntos.
Es verdad que
debemos insistir sin cesar en campañas de prevención y en rigurosos controles
legales de tránsito desde los medios de comunicación de forma sostenida y
permanente, pero además, si es tanta la gente que muere en accidentes viales hay que legislar y planificar a mediano y
largo plazo para disminuir el traslado en estos medios impulsando a que sea en
otros de mucho menor riesgo e incluso muchísimo mas saludables para todos sin
excepción.
Olvidémonos
por un momento de frías cifras estadísticas para enfocar estas tragedias
subjetivamente desde la casuística personal. Pensemos por un momento cuanta
gente, de algún modo próximo ha padecido
este tipo de incidentes
¿Cuántos son
los conocidos que han muerto o quedado
con algún tipo de invalidez por accidente de autos o motocicletas? Verán que al
hacer números, con escasísimas excepciones, la cifra es mucho mayor si se la
quiere comparar con otros medios de traslado como el avión o el tren y ni que hablar al
relativizarla con el transporte ideal,
la tracción a sangre: a pie o en bicicleta.
Hoy, en muchas
ciudades, uno de los graves
inconvenientes es que la única forma de acceder a ciertos lugares es con
vehículos motorizados particulares.
Que me
disculpen empresarios de la industria automotriz y hombres del negocio
petrolero, es imperioso legislar para
que caminantes y ciclistas sean a futuro mayoría en la circulación de las
ciudades, y que el transporte motorizado
quede restringido a rutas para mayores distancias
No se puede
ser iluso al querer olvidar que el poder es el que manda y que los intereses de
los grandes capitales son quienes guían
los destinos del mundo pero igualmente soñemos y trabajemos por ciudades con
gente mas alegre y vital donde transeúntes y ciclistas logremos desplazar a los
motores, los bocinazas y la contaminación ambiental y sonora. Sobre todo disminuir la enorme cantidad de
gente que pierde su vida en evitables accidentes de tránsito.
Desafortunadamente es escasa la conciencia que se tiene de la enorme incidencia
que tiene en el planeta el accionar
personal y la enorme influencia del propio granito de arena Empiece mañana y si puede empiece hoy, váyase al trabajo o a su próxima reunión
a pie o en bici. Primero cambie su
mundo, así de a poquito un día, cuando usted menos se lo espere cuando usted
menos se lo imagine, el cambio global, tan nombrado por estos días, llegará solo.
Como será el asunto que ayer (ya entrando en el 2014)
leí en el diario lo que agrego en esta última estrofa: trabajadores franceses
tendrán premio económico por dirigirse a sus trabajos en bicicleta.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario