lunes, 28 de abril de 2014

Tecnología que mata

 La organización mundial de la salud dice algo así: cada tres minutos muere una persona en un accidente de tránsito, ojo dice el ministro de salud de turno; no son accidentes son incidentes, son evitables.
  Es alarmante como a pesar de tantos avances destinados a protección, los muertos por accidentes aumentan sideralmente año tras año.
  Indudablemente el stress que conlleva la vida actual, sumado al congestionamiento vehicular más las potentes motores que hoy ofrece el mercado generan una descarga de adrenalina que suele terminar en el pedal del acelerador, si a eso le sumamos que un porcentaje importante de conductores habla por teléfono móvil o lo que es peor,  manda mensajes de texto mientras dirige (el que aquí suscribe también lo he hecho) la cuestión se torna una ruleta rusa sobre ruedas.
  Los más afectados son los jóvenes, que además del descalabro hormonal propio de esta etapa, aditamentos como el alcohol y las drogas completan el combo, elevándolo a la enésima cuando se está en grupo, lamentablemente estas tragedias suelen afectar a  varios jóvenes juntos.
  Es verdad que debemos insistir sin cesar en campañas de prevención y en rigurosos controles legales de tránsito desde los medios de comunicación de forma sostenida y permanente, pero además, si es tanta la gente que muere  en accidentes viales  hay que legislar y planificar a mediano y largo plazo para disminuir el traslado en estos medios impulsando a que sea en otros de mucho menor riesgo e incluso muchísimo mas saludables para todos sin excepción.
  Olvidémonos por un momento de frías cifras estadísticas para enfocar estas tragedias subjetivamente desde la casuística personal. Pensemos por un momento cuanta gente, de algún modo próximo  ha padecido este tipo de  incidentes
  ¿Cuántos son los conocidos que han  muerto o quedado con algún tipo de invalidez por accidente de autos o motocicletas? Verán que al hacer números, con escasísimas excepciones, la cifra es mucho mayor si se la quiere comparar con otros medios de traslado como el  avión o el tren y ni que hablar al relativizarla con el transporte  ideal, la tracción a sangre: a pie o en bicicleta.
  Hoy, en muchas ciudades,  uno de los graves inconvenientes es que la única forma de acceder a ciertos lugares es con vehículos motorizados particulares.
  Que me disculpen empresarios de la industria automotriz y hombres del negocio petrolero,  es imperioso legislar para que caminantes y ciclistas sean a futuro mayoría en la circulación de las ciudades,  y que el transporte motorizado quede restringido a rutas para mayores distancias
  No se puede ser iluso al querer olvidar que el poder es el que manda y que los intereses de los grandes capitales son  quienes guían los destinos del mundo pero igualmente soñemos y trabajemos por ciudades con gente mas alegre y vital donde transeúntes y ciclistas logremos desplazar a los motores, los bocinazas y la contaminación ambiental y sonora.  Sobre todo disminuir la enorme cantidad de gente que pierde su vida en evitables accidentes de tránsito. Desafortunadamente es escasa la conciencia que se tiene de la enorme incidencia que tiene en el  planeta el accionar personal y la enorme influencia del propio granito de arena   Empiece mañana y si puede empiece hoy,  váyase al trabajo o a su próxima reunión a  pie o en bici. Primero cambie su mundo, así de a poquito un día, cuando usted menos se lo espere cuando usted menos se lo imagine, el cambio global, tan nombrado por estos días,  llegará solo.

Como será el asunto que ayer (ya entrando en el 2014) leí en el diario lo que agrego en esta última estrofa: trabajadores franceses tendrán premio económico por dirigirse a sus trabajos en bicicleta.

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