Suerte
La mescolanza
racial parió un prototipo especial; mezcla de melancólico y engreído tanguero
con aires de seductor que cree sabérselas todas y por lo general no se sabe
ninguna: “el argentino”, y yo soy uno de ellos En esta reducida
generalización si hay algo que nos pinta
es esa filosofía barrial tan particular que analiza obsesivamente lo que nos va
sucediendo, no interesa el tema del que se trate, la patología afecta desde un taxista hasta el más exitoso hombre de
negocios
Como si esto
fuera poco, cada argentino matiza este estereotipo nacional nada fácil con el
de la raíz de los ancestros que desde otros países supieron migrar a esta
bendita tierra. En mi caso agrego al argentino que soy, la influencia de mis abuelos judíos que
provenientes de Rusia supieron infundar en la descendencia su bagaje cultural
de origen.
Hace unos
pocos días me encontré con un amigo ruso (no digo ruso por judío como a muchos
nos llaman aquí cariñosamente o no tanto, si no por ruso de Rusia) -los dos andamos merodeando los cincuenta- ¿y
qué hicimos?: ¡filosofar!
Dimitri es un
violinista proveniente de Georgia que llego a estas tierras junto a su familia
en busca de mejor vida.
Podríamos
decir que el caso de Dimitri es inverso al mío; yo soy un argentino matizado
con ruso y el es un ruso matizado con argentino.
Lo cierto es
que los dos nos encontrábamos conversando en medio de un velorio, pues sea
donde sea, el mutuo placer del encuentro siempre nos invita al dialogo y qué
mejor que un velorio para filosofar sobre
la vida.
En esa
complicidad ruso- argentino que nos hermana fuimos divagando variadamente, un
poco por la historia, otro tanto por la geografía y las costumbres, para finalmente recalar - como suele suceder en toda
conversación que intenta perderse en la profundidad- en el enigma de la existencia.
Dándole
vueltas al asunto como en un espiral que estaba a punto de quedarse sin
final, cuando por fin Dimitri con ese
apasionado brillo de sus ojos y la ternura de
su acento que me es tan familiar, supo poner remate a nuestra inagotable tertulia.
Mira, dijo categórico
en su caricaturesco español:
“Yo pienso finalmente que dos cosas son
importantes en la vida, primera cosa es conocer que es lo que uno quiere,
segunda cosa y fundamental tener suerte para conseguirlo. Nos miramos en
silencio, nos dimos un apretado abrazo y nos despedimos”
¡Suerte Dimitri!
¡Suerte José!
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