lunes, 28 de abril de 2014

Suerte

   La mescolanza racial parió un prototipo especial; mezcla de melancólico y engreído tanguero con aires de seductor que cree sabérselas todas y por lo general no se sabe ninguna: “el argentino”, y yo soy uno de ellos En esta reducida generalización  si hay algo que nos pinta es esa filosofía barrial tan particular que analiza obsesivamente lo que nos va sucediendo, no interesa el tema del que se trate,  la patología afecta desde un  taxista hasta el más exitoso hombre de negocios
   Como si esto fuera poco, cada argentino matiza este estereotipo nacional nada fácil con el de la raíz de los ancestros que desde otros países supieron migrar a esta bendita tierra. En mi caso agrego al argentino que soy,  la influencia de mis abuelos judíos que provenientes de Rusia supieron infundar en la descendencia su bagaje cultural de origen.
  Hace unos pocos días me encontré con un amigo ruso (no digo ruso por judío como a muchos nos llaman aquí cariñosamente o no tanto, si no por ruso de Rusia)  -los dos andamos merodeando los cincuenta- ¿y qué hicimos?: ¡filosofar!
   Dimitri es un violinista proveniente de Georgia que llego a estas tierras junto a su familia en busca de mejor vida.
   Podríamos decir que el caso de Dimitri es inverso al mío; yo soy un argentino matizado con ruso y el es un ruso matizado con argentino.
   Lo cierto es que los dos nos encontrábamos conversando en medio de un velorio, pues sea donde sea, el mutuo placer del encuentro siempre nos invita al dialogo y qué mejor que un velorio para filosofar sobre  la vida.
   En esa complicidad ruso- argentino que nos hermana fuimos divagando variadamente, un poco por la historia, otro tanto por la geografía y las costumbres,  para finalmente  recalar - como suele suceder en toda conversación que intenta perderse en la profundidad-  en el enigma de la existencia.
   Dándole vueltas al asunto como en un espiral que estaba a punto de quedarse sin final,  cuando por fin Dimitri con ese apasionado brillo de sus ojos y la ternura de  su acento que me es tan familiar, supo poner  remate a nuestra inagotable tertulia.
Mira, dijo categórico  en su caricaturesco español:
 “Yo pienso finalmente que dos cosas son importantes en la vida, primera cosa es conocer que es lo que uno quiere, segunda cosa y fundamental tener suerte para conseguirlo. Nos miramos en silencio, nos dimos un apretado abrazo y nos despedimos”
¡Suerte Dimitri!

¡Suerte José!

No hay comentarios.:

Publicar un comentario