Somos lo que pensamos
Sextas,
movimientos y diversas agrupaciones
intentan de distintos modos explicar un mismo fenómeno; el vínculo entre los pensamientos y la energía
que a partir de ellos se genera.
Desde la milenaria
medicina ayurvedica en la India, hasta
las corrientes new age más actual tienden a convencer que en gran parte se
genera lo que se piensa.
Desde la
interpretación científica de la mecánica
quántica, considerando al quantum como
la menor unidad de materia-energía -unas 10 o 100 millonésimas avas partes menor que el más chico de los
átomos– vibrando en dirección a lo que
pensamos el asunto se tornó más serio.
Si lo
analizamos a nivel global, la verdad que algo debe ser así, pues indudablemente
muchas de las cosas que suceden a la humanidad tienen que ver con lo que la
mayoría de los habitantes de este planeta pensamos -o nos hacen pensar-
elucubrando un inconciente colectivo que directa o indirectamente a todos atañe
y nos direcciona
Cerca de los
cincuenta años de vida, a los que ando merodeando, debemos comenzar a
familiarizarnos con el olvido. Me refiero a lo que queremos recordar, en un
momento, trayendo a la memoria y no se logra inmediatamente, y no hay chasquido
de dedos ni un ¿cómo era que se llamaba? que lo resuelva.
Apelo
frecuentemente a un método para traer nombres, lugares o títulos cuando esto me
sucede –probablemente a alguno le sirva-
voy repitiendo el abecedario y combinándolo con vocales, al cabo de segundos y
otras de minutos logro el objetivo.
Por otro lado esto de hacer trabajar el mate y no rendirse es una de las
mejores formas que aconseja la medicina de atenuar los olvidos que acuden a la
vejez -a veces de un modo muy precoz- por desuso. Hacerle una trampita a los achaques
lógicos que trae aparejado el paso del tiempo tiene mucho que ver con el uso y
ejercicio natural de los recursos que disponemos. Permitirnos de viejos seguir
disfrutando del cuerpo, el espíritu y la mente tiene que ver netamente con la ejercitación.
Lo que me
trajo aquí fue un olvido. Volviendo de la montaña en familia se escucha en la
radio una cantante que me es familiar, solo su voz y una guitarra.
-.Escuchen, (digo a mis hijos) esta cantante
supo a mediados de los ochenta conmover a multitudes solo con su voz y una
guitarra acústica, la escuchamos con su madre en un mega recital de Amnesty
internacional hace un par de décadas se llama…. se llama… ¿Cómo era que se
llamaba?
Recurrí a mi
método y fue en vano, no había caso el nombre no salía, me sentía más que inquieto. Mi hija mayor me dijo:
”Pará de pensar papá, llevas media hora,
ya después te vas a acordar”. Ni la escuché, no quería rendirme.
Llegamos a casa yo atormentado y
frustrado pero sin resignarme al olvido, mi hijo menor se sienta en la compu
apenas aterrizamos y medio nervioso que ando por la amnesia de la cantante le
grito: ¡Salí del chat de la computadora!
Acabamos de llegar a la casa y ya estás chateando, pero quien sos mocoso
¿chat- man?
Empecé a
saltar como loco de alegría – nadie entendía nada- ¡Chapman¡ Ese era el
nombre que no me acordaba en el auto
“Tracy Chapman”.
Indudablemente
el insistir en pensar lo que quería me llevo allí, a lo que estaba buscando.
Simple experiencia para vaya uno a saber que mecanismos operan para
conseguir que los pensamientos nos
llevan adonde queremos ir, cuando insistimos en ello.
Es cierto que
en ocasiones conviene dejarla de lado, pero al fin la mente es lo único que
básicamente nos diferencia del resto de
las especies vivientes, en gran medida somos lo que pensamos. Ahora ojo con lo
que pensamos….Es muy probable que se cumpla, que la mente nos lleve justamente
allí.
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