lunes, 28 de abril de 2014

Somos Argentinos; creativamente tragicómicos

   Un artículo que salió en el  diario Nación  escrito en Barcelona  por el elocuente Hernán Casciari refiere a los  artículos que por estos días destacan en primeras planas  los diarios españoles, a propósito de programas televisivos humorísticos argentinos que en medio de un caos institucional se mofan, dentro del propio país, de la realidad que simultáneamente allí  (en la Argentina) se está viviendo.
   Es innegable que en la Argentina somos los reyes de la paradoja, de todos modos, si por un caso algún ciudadano de la madre patria leyera esta notita desearía  comprendan que es esta una de nuestras pocas  fortalezas y no una debilidad.
   La historia nos enseña allá por la Grecia antigua que la comedia como tal nace del pueblo como una irreverente parodia a la tragedia. Es indudable que desde tiempos remotos el hombre buscó a través de la risa el alivio que tantas veces provoca la carga de vivir.
   El actor y formador de actores de vastísima trayectoria, el mendocino Ernesto Suárez quien suele montar todas sus puestas en clave de  risa, cuando le pregunte si pare él hay algún momento donde no cabe el humor, respondió lo siguiente 
-El humor  cabe en todos lados, hasta en un velorio; están todos tristes llorando alrededor del cajón y enseguida alguien cuenta  una anécdota del finado y sobre las lagrimas se comienza a reír, y continuo; todo es tragicómico, llora el niño desconsolado vaya uno a saber por que pero le das un caramelo y en el acto el llanto se transforma en risa.
Sufrimos  y nos angustiamos por algo o alguien para luego de un tiempo  repetirnos riendo en voz alta: ¡como pude haber sufrido y llorado tanto por tal o cual asunto!
   Y si, es una cuestión de tiempo.
   El sagaz cineasta norte americano Woody Allen lo pone magistralmente en boca del personaje de una de sus películas: la diferencia entre una tragedia y una comedia es el tiempo. Es decir de alguna forma en ocasiones acabaremos riendo por lo que un día lloramos. ¿Que hay de malo entonces de reírse en el momento?
De ninguna manera estoy queriendo decir que el reírse va a solucionar un problema y además no siempre las circunstancias lo permiten, pero el caos institucional argentino no es responsabilidad de los humoristas ni de quienes al compás de su batuta ríen para aliviar el dolor de vivas heridas que lejos están de cicatrizar.
   En el cantar de los cantares, el antiguo testamento le atribuye al rey Salomón el escrito; para todo hay un tiempo en la vida, un tiempo para trabajar y otro para descansar, uno para pensar y otro para ejecutar, y también dice que existe un tiempo para reír y otro para llorar (aunque a veces ambos se descargan tragicómicamente  en simultaneo) 

   Por si remotamente algún español lee esto, os recomiendo, no os olvidéis que bastante tenéis como para reíros de vosotros mismos y en todo caso, si tanto os cautiva nuestra idiosincrasia como para darle primera plana en vuestros diarios que no se os olvide destacar nuestro talento creativo, por ejemplo, el que hoy nos ayuda a muchos a reír en medio de lastimoso llanto que desde hace tanto tiempo vivimos los argentinos. 

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