lunes, 28 de abril de 2014

Sin mí no es posible, conmigo solo tampoco

   Por un lado abundan los libritos de autoayuda que entre mal escritos y mal interpretados generan un mensaje masturbatoriamente hedonista, que al máximo estilo del sueño americano  “usted puede lograrlo” exacerban el auto complacerse como meta.  Por el  otro está la de quienes sugieren  una desmesurada despersonalización que estimula a inmolarse en una incondicional entrega al otro.
Ni una cosa ni la otra
 Así titulaba el libro: “De la autoestima al egoísmo”. ¿Es que autoestima es egoísmo? ¿Es que darse al otro significa olvidarse de uno?
  Un hombre de ciencia no es apenas quien entrega su vida al conocimiento, sino quien entrega su conocimiento al prójimo; un hombre verdaderamente religioso no es quien entregó su vida a la religión, sino su religiosidad a los demás. Del mismo modo un verdadero hombre del arte, la salud, la docencia o la política no es alguien que creció en su terreno, apenas para sí, es quien  expandiéndose a los otros logra la confluencia del  para sí  para con  los demás, es precisamente  este juego dual el que nos  humaniza.

  Cual si fuese una orquesta; cada instrumento, cada  nota,  permite que  el conjunto suene; de lo contrario, el concierto no ha de ser,  así cada uno de nosotros  puede tranquilamente  afirmar: “sin mí no es posible conmigo solo menos”. 

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