Si, acepto
Qué no se ha
dicho referido al casamiento: el momento en el
cual una mujer y un hombre se comprometen a vivir juntos, hasta que la muerte los
separe.
Es que se
trata de la propia libertad y mete miedo, negociarla así como así de por vida,
con una pareja no es sencillo.
La
institución suele ser de las más agredidas y no es para menos, ya de arranque
en el idioma español el nombre suena de lo más
feo: esposos, cónyuges, casa-miento. Ya desde la denominación asusta.
Lo cierto es
que se diga lo que se diga, referido a la formalización institucional, el
evento continua.
Inevitable es
la emoción de todos los que participan del ritual, cada vez que alguien se
entrega a su pareja mutuamente con un sí, inocultables ojos vidriosos reinan no
sólo en los novios.
Así fue el
sábado que pasó, Anita y Brendan se encontraban a punto de decirse el “sí
acepto” y cruzarse las alianzas como símbolo de círculo inagotable del amor en
una emotiva ceremonia, cuando percibí que todos compartíamos un nudo en la
garganta y una humedad en las pupilas imposible de ocultar.
Por eso, pase
lo que pase esta vapuleada institución continua firme como el modo formal más
sólida de perpetuarnos como especie.
¿Y el amor?: ninguna conclusión, en todo caso al amor
hay que dejarlo obrar.
Habrá que casarse y ver, en cuanto al amor…. más
adelante se verá.
Por el momento ¡Sí acepto!
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