Quién
entiende a los adultos
Criticar a la juventud hoy no goza de una
pizca originalidad. Artículos varios, correos genéricos de Internet,
conferencias e incluso en casi toda reunión social los adultos redundamos en
discursos que golpean de un modo despiadado y
por todos lados a las nuevas generaciones: que no tienen objetivos, que
no respetan a los mayores, que sólo conectan con el mundo virtual, que no saben
lo que es el sacrificio, que lo quieren todo ahora… y así podríamos llenar
páginas y páginas con observaciones y críticas que no comparto bajo ningún
punto de vista, incluso de ser así, quienes señalamos con el dedo deberíamos en
todo caso pensar en silencio que es lo que los adultos les hemos ofrecido a
estos jóvenes para que sean así ,como no nos gusta que sean.
Estoy en contacto con ellos y encuentro en
estas nuevas generaciones muchas cosas
extraordinarias, incluso una resiliencia capaz de soportar los excesos que nosotros
sus antecesores les hemos ofrecido.
Me preocupan mucho más los adultos que no
logran ponerse a la altura de las circunstancias (me quedé pensando esto de la
altura, pues para ponerse a la altura de un infante hay que agacharse a su
nivel, si es que de verdad procuramos un vínculo, hacer que él se estire para
nivelar con el mayor no es viable)
Leito como lo llamamos cariñosamente en la
familia, ya no es tan “ito” tiene unos
veintiséis pero nosotros en la familia
lo vemos como un cachorro y él es precisamente uno de estos jóvenes de
hoy que yo admiro justamente por su manera de pensar y actuar frente a este
mundo con el que como otros tantos de su edad, le ha tocado encontrarse.
Leito me cuenta que un día le empezó a
interesar la idea de ponerse un piercing en la ceja, la cosa es que faltaban
pocos días para su cumpleaños y él, conociendo a su madre y como viven en la
misma casa, le fue anticipando varios días antes para que no fuese sorpresa que
estaba decidido a colocárselo. La cuestión es que el día de su cumpleaños
cuando llega a la casa con el adminículo en el arco superciliar izquierdo y lo
ve la progenitora – que a todo esto es judía y no sobra aclarar que la tía
Perla es una de aquellas prototípicas
idishe mames- ni bien le abre la puerta y se lo topa de frente larga un
trágico grito que se prolonga en sollozo
dejando al primito blanco y estupefacto.
-Te juro que me dio miedo,
pensé que a mi vieja le iba a dar un ataque-
Y entre sus llantos a moco
tendido logre meter un bocadito para preguntarle ¿mamá qué te pasa?
- ¿Cómo qué me pasa? ¿Qué van decir ahora mis amigos, mis
parientes, los vecinos y los conocidos
cuando te vean la ceja agujereada? ¿Sabes que van a decir? Van a decir que sos un
drogadicto, un masoquista, un homosexual,
un….
-Te juro que la vi tan mal,
sobre todo por el asunto del famosísimo
qué dirán, que sin alcanzar a disfrutar
del juguete nuevo ni medio día y para evitar problemas subí al cuarto y en un
santiamén me lo saqué (no me extraña para nada,
pues entre otras virtudes el pibe es práctico y no le gusta el despelote.
La cosa es que volví a bajar –siguió- le mostré la ceja al natural y logré, aunque no inmediatamente, sino una hora más
tarde, que parara de llorar. Después,
subí al cuarto y me puse a leer. El asunto es que mientras leía empecé a oír
que mi vieja llamaba por teléfono sin parar, cuestión que cuando agudice el
oído sentí como sistemáticamente le contaba a cada pariente, cada amigo, cada
vecino y cada conocido el desgraciado
episodio padecido. Mi hice el boludo todo lo que pude pero llegó un
punto que me saturó, bajé las escaleras
a toda velocidad, le colgué el teléfono,
y mientras me miraba con los ojos atónitos como dos huevos fritos con
cara de qué hice, le dije: Escúchame, no te volviste loca llorando diciéndome
todo lo que iban a decir de mí y de nosotros cuando me vieran con el piercing
puesto, ¿y qué hice? Para evitarte eso
que vos llamas tragedia voy y me lo saco ¿y vos qué hacés? !! Agarrás el teléfono y te encargas, como si
fueras el vocero oficial de un noticiero, de contar sistemáticamente a cada uno
lo sucedido!! Es decir estás generando
lo que vos no querías que pasara.
¡¡¡ Le vociferas
a cada uno de ellos lo de mi piercing, el que ya me saqué!!!!
¿Y después preguntan quien
entiende a los jóvenes? Y a ustedes los
adultos ¿Quién carajo los entiende?
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