lunes, 28 de abril de 2014

Presente

   Paseando el perro  por la plaza del barrio  silbaba de alegría  al verlo tan vital en una bella y estrelladísima noche mendocina, cuando una distracción mía de un segundo terminó con él  bajo las ruedas de un taxi. De súbito la alegría mutó en angustia y desasosiego.
  Quizás una buena forma de comprender la dimensión de lo importante que significa vivir el presente, sea la posibilidad de concentrarnos en la idea de la instantaneidad con que las cosas pueden girar. Claro es que la vida no es apenas un accidente- aunque en cierto modo sí lo es-  Por estos días una desgracia cayó sobre una familia conocida, el resultado es que uno de sus hijos de 17 años quedó en estado de coma tras un choque automovilístico, su madre, excelente mujer aún  en estado de shock decía: Hace apenas unos instantes yo era  tan feliz.
   Sin el afán de comparar ¿podrían ambos accidentes  haberse evitado?  ¿un  cinturón de seguridad para el joven que voló por el aire desde la parte trasera de una camioneta y una cadena en el caso del perro al que yo llevaba suelto, hubiese sido suficiente?
   Negar las medidas de  prevención es una imbecilidad que jamás deberíamos omitir.
Días atrás, mi hijo más chico me pidió por favor que no hable por celular mientras manejo, me dijo:
-Acordate lo que pasó en la película que vimos… en un segundo ¡chau!

  Sin minimizar el poderosísimo efecto de la prevención,  aun siendo plenamente responsables y concientes, la vida puede cambiar de un momento a otro. Con todos los recaudos habidos y por haber, nadie esta exento de nada. Sabio es aprender a valorar cada instante de alegría que la vida nos regala como un tesoro fugaz. Sin fatalizar, claro,  no olvidemos que nadie sabe con certeza donde estará de aquí a un momento.

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