Presente
Paseando el perro por la plaza del barrio silbaba de alegría al verlo tan vital en una bella y estrelladísima
noche mendocina, cuando una distracción mía de un segundo terminó con él bajo las ruedas de un taxi. De súbito la
alegría mutó en angustia y desasosiego.
Quizás una buena forma de comprender la
dimensión de lo importante que significa vivir el presente, sea la posibilidad
de concentrarnos en la idea de la instantaneidad con que las cosas pueden
girar. Claro es que la vida no es apenas un accidente- aunque en cierto modo sí
lo es- Por estos días una desgracia cayó
sobre una familia conocida, el resultado es que uno de sus hijos de 17 años
quedó en estado de coma tras un choque automovilístico, su madre, excelente
mujer aún en estado de shock decía: Hace apenas unos instantes yo era tan feliz.
Sin el afán de comparar ¿podrían ambos
accidentes haberse evitado? ¿un
cinturón de seguridad para el joven que voló por el aire desde la parte
trasera de una camioneta y una cadena en el caso del perro al que yo llevaba
suelto, hubiese sido suficiente?
Negar las medidas de prevención es una imbecilidad que jamás
deberíamos omitir.
Días
atrás, mi hijo más chico me pidió por favor que no hable por celular mientras
manejo, me dijo:
-Acordate
lo que pasó en la película que vimos… en
un segundo ¡chau!
Sin minimizar el
poderosísimo efecto de la prevención,
aun siendo plenamente responsables y concientes, la vida puede cambiar
de un momento a otro. Con todos los recaudos habidos y por haber, nadie esta
exento de nada. Sabio es aprender a valorar cada instante de alegría que la
vida nos regala como un tesoro fugaz. Sin fatalizar, claro, no olvidemos que nadie sabe con certeza donde
estará de aquí a un momento.
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