lunes, 28 de abril de 2014

Pinto
 
 Hablando de vocación; Pinto, el gordo pinto,  no hace música, el es música. Desde muy jovencito el Eduardo es viejo, por un lado por su aspecto físico – niño peludo y barbudo como pocos- pero principalmente por la solidez con que se manifiesta en el arte de combinar sonidos, de chiquito su nivel de madurez musical sugería un longevo de vasto recorrido.
  El día en que lo conocí- me lo presentó su hermano Luis, un  compañero del teatro- el cargaba unos 13 o 14 años,  cuando lo escuché jazzear en el piano no lo podía creer, sus deditos chorizo (anchos y cortitos) iban y venían sobre las teclas con la excelencia y el buen gusto, no propio de un adolescente si no de un veterano del jazz, de golpe interrumpió abruptamente su improvisación y me dijo:
 -“Lo que quiero en verdad es fabricarme un bajo, quiero tocar el bajo”
Y ahí no más manoteó la guitarra que andaba por ahí cerquita y se precipitó en el enlace de sofisticados acordes promoviendo sonidos de un avezado guitarrista. Cuando terminó con la viola me contó lleno de entusiasmo:
 - Integro un grupo de música salsa y allí soy percusionista.
Como se dice en la jerga: el gordo Pinto se toca la vida. Él es uno de esos profesionales que hacen parecer que el asunto es fácil cuando se los ve ejerciendo, cuando toca, el verbo que manda es fluir.
  El  Pinto  te enseña, te muestra, te explica, te acompaña, te arregla, te dirige. El tipo exuda música a troche y moche para quien lo requiera, incluso supo ser contratado para musicalizar como director los cuadros artísticos para un circo ruso de gira por Sur América (creo que en Chile)  –convocando para tal fin algunos de sus amigos de parranda pentagramada-.
  El gordo encara jazz,  salsa, folclore, bossa y además fusiona como los dioses, en el año 2006- 2007 se metió al estudio del tano Bruno y fue grabando uno a uno cada instrumento de doce riquísimas canciones de su autoria y luego convocó y armó el Eduardo pinto ensamble, ahora si, para que cada músico, ejecutando cada cual su instrumento pudiesen salir a tocar en vivo como agrupación, lo que el  solito había cranedado. En el ensamble obviamente dirige y es el bajista. Estamos en el año 2009 y anoche, como otras veces, se presentó el ensamble de Pinto para tocar sus temas pero además y fundamentalmente para por fin presentar el disco que lo tiene como absolutísimo protagonista, el disco se llama  “Pinto”, una joyita.
  
El clima del concierto fue el de un sagrado trance. Al finalizar todo el público  de pie aplaudió a los “intermediarios” del gordo, los nombro así y  con absoluto respeto a todos los grossos del ensamble por que el gordo ya no está, se fue en el 2008 en un accidente automovilístico, apenas con veintipocos años, viajando a un encuentro de jazz en Montevideo con otra de sus agrupaciones el trío “miles de Años”, y sí, el gordo de  veintipico tiene miles de años
  Hace ya un tiempo un amigo me invitó a tocar en una banda de salsa como tecladista. No tenía idea del género y en dos semanas había que tocar, desesperé, pero el gordo me la hizo fácil; vino cuatro días a casa y en un rato, pese a mis limitados recursos pianísticos, me puso a tono para el desafío. Su música es siempre potente estímulo creativo e inspirador en clase, para mis alumnos de la facultad de teatro,  y soberbia para musicalizar documentales y cortos por el inigualable clima que generan sus ritmos y melodías. Vaya a saber adónde y por qué  se los llevan tan temprano a estos geniales.    Rita Levi Montalvini premio Nobel de medicina en 1984 por sus estudios sobre el desarrollo de las células  neuronales,  dijo al recibir el titulo honoris causa en la universidad complutense de Madrid, en la  módica suma de sus noventa y nueve flamantes  años y en un improvisado y lúcido discurso  las siguientes palabras: “Vivir o morir es la mismo”, la vida no está en este pequeño cuerpo. Lo importante es el modo en que hemos vivido y el mensaje que dejamos”
  Anoche mientras que sonaba su música en el teatro plaza de Godoy Cruz el gordo Pinto estaba allí flotando con su mensaje, su estela seguirá viva junto con la de aquellos poquísimos que nunca mueren.
  Como tantos otros que conocimos a  este artista  lo llevo presente donde quiera que sea.

Pinto, como el que aquí escribe; muchos otros te decimos; hasta siempre gordo.  

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