lunes, 28 de abril de 2014

Perdón
  
 El universo judeo- cristiano está construido en el  perdón como uno de sus pilares fundamentales.
    En una irreverente reducción se puede pensar que en el caso del catolicismo las disculpas se gestionan a través del sacerdote que como mediador y en cualquier momento mediante la confesión la concede, en el caso del judaísmo la intermediación la ejerce, como líder espiritual, el rabino y esencialmente se practica de modo intenso sólo una vez al año, justamente,  para la fecha en que se celebra el  día del perdón.
   El ayuno total y purificador del día más importante a cada judío del mundo está caracterizado por ser la fecha anual en que a expensas de un profundo arrepentimiento humano el  “todopoderoso” concede, o no, al arrepentido, la inclusión en el libro de la vida. “Buena rubrica” es entonces el saludo entre los adeptos religiosos para ese día tan especial con el deseo hacia los pares para que seas  inscripto por Dios en el libro de la vida, para un nuevo año.
   Por estos días tan trascendentes al credo judío, el sustantivo protagonista es “el perdón” y vaya el verbo que de allí desprende, nada menos que perdonar.
 Pedir perdón es uno de los actos más dignos para todo humano.
¿Quién se atreve a discutir el bienestar que otorga este a quienes saben pedirlo o concederlo,  diferenciándose abismalmente de aquellos a quienes el orgullo o el rencor se los impide? Lógico que pedirlo una y otra vez para expiar culpas y seguir reincidiendo, le resta el  verdadero sentido, es a propósito de esto con lo que el rabino actual de la comunidad judaica a la que pertenezco concluyó  atinadamente el servicio religioso del Iom –Kipur.
-Quisiera en este día tan importante encontrar palabras diferentes, para ello indagué en varios de los  libros de  nuestros  referentes  más salientes y  esto es lo que elegí: toda la Tora (el libro hebreo sagrado por excelencia) se resume en;  ¡ama a tu prójimo como a ti mismo y no hagas a los demás lo que no quisieras que te hagan!, el resto es comentario. Lo que pretendo, continúo, es que  hoy pongamos el foco no tanto en  las faltas cometidas como suele hacerse año tras año, sino en el de aquí para adelante.   Poner excesivo énfasis en el análisis de aquello en lo que nos equivocamos nos coloca en riesgo de quedar allí empantanados con el enorme riesgo  de  acabar allí de  donde definitivamente pretendíamos salir, por la sencilla razón de que uno se atrapa  en aquello en lo que piensa –somos lo que pensamos- Lo que propongo entonces es poner la energía no tanto en el error que fue   sino en dirección al frente por  lo que vendrá, esto tan esencialmente humano y  común a todos los credos, el eje de la Tora ;  ¡ama a tu prójimo como a ti mismo y no hagas a los demás lo que no quisieras que te hagan!  
Claro que creo fervientemente en el hombre y en su capacidad reparadora a partir del perdón y la corrección pero alejémonos del ideal y acerquémonos a lo real:
“Las cosas son como son y cada uno es como es”,  lo más probable y lamentable, es que cumpliendo la no muy optimista ley de Murphy volvamos a reincidir en aquellas cosas en las que supimos errar, pues errar es humano por mas perdón que se pida y que nos sea otorgado
 Suelo pedir perdón a quien corresponda cada vez que siento que debo hacerlo, pero a propósito de la reincidencia, recuerdo las reiteradas disculpas que pedí a un amigo por una falta de mi parte
Categórico respondió unificando el concepto de la amistad y el perdón de un saque:

- Mira, vos sos mi amigo desde hace muchos años yo a vos te acepto como sos,  no vuelvas pedirme perdón nunca más, no hace falta, ya te dije que vos sos y serás mi amigo para siempre, y como corresponde con un amigo,  yo a vos ya te perdoné desde el día en que te conocí.       

No hay comentarios.:

Publicar un comentario