lunes, 28 de abril de 2014

Mi viejo

Al  viejo no le faltaba nada,  era un apasionado para besar, para abrazar, para reír y para llorar

Era un apasionado para cocinar, comer, para estudiar,  trabajar, musiquear,  comprar, viajar y  para soñar.

Era apasionado en discutir y  razonar, para jugar y gastar.

Era un apasionado incluso para enfermar y también para sanar.

Nunca se quejó ni del gobierno, ni de la falta o sobra de trabajo, ni del clima,  ni siquiera de un temblor (cuasi terremoto) que a cualquier mendocino sacudía y que hasta eso el sabia apreciar


Afectivamente era desmesurado para dar. Al viejo no le faltaba nada, al contrario le sobraba. Su inmenso corazón duró poco, a todos los que lo conocimos nos lo regaló.

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