lunes, 28 de abril de 2014

Más vale prevenir que curar

   ¿Más vale prevenir que curar? Y si, más vale, pero en esta vida nadie se salva de atravesar por lo que tenga que hacerlo.
   En aquellos años de pasión odontológica, - mi primer romance profesional-  entendí que la clave del oficio que recién asomaba tenia que ver mucho mas con ayudar al paciente a conservar sus dientes sanos, que a restaurárselos cuando por descuido ya estuviesen rotos. El tiempo que dosifica la pasión atenuándola con temple y reflexión me hizo comprender que a todo el mundo le gusta disfrutar de un dulce y que no hay adolescente que no haya sido rebelde incluso para higienizar sus dientes, entonces comprendí , sin perder por ello el horizonte preventivo en el que debe respaldar siempre el ejercicio de toda ciencia medica, que cualquiera tiene derecho a tener una caries y que no resulta tan fácil evitarlo, si es que como verdaderos proveedores de salud  deseamos no perder de vista a cada  humano como un ser integral.
Es innegable, la prevención es siempre el mejor camino: el chequeo médico anual, el huso sistemático del cinturón de seguridad, mirar hacia ambos lados antes de cruzar la calle, colocarse todas la vacunas, el cepillado dental minucioso y periódico y todo aquello que tenga que ver con evitar o minimizar el daño bienvenido sea, claro que si queremos tomar el dicho popular como eje de esta reflexión no menos cierto que “ Más vale prevenir que curar” es el de “ Caminante no hay camino se hace camino al andar” como lo dijo Antonio Machado y “ Golpe a golpe” como lo  completara Serrat 
   Si hay un momento de la vida de un ser humano  en que el término prevención cobra su verdadera dimensión es llegado al momento de la materno- paternidad. Es el momento de la vida en que uno  estaría dispuesto a todo por evitar el sufrimiento de sus brotes. Cuando padres, si hay algo que duele y desborda de impotencia  es ver los hijos sufrir y estaríamos dispuestos a lo que fuese por prevenirlo, pero, es inevitable.
  Claro que debemos sostenerlos  para que logren construirse en la esencia de quienes  son  sin bajar la guardia ante todo aquello que sintamos que es un deber  prevenir.
Una de las mejores y más contundentes  publicidades preventivas que  tengo  registrada están dirigida a los jóvenes ligada  a una campaña antitabaco que decía más o menos así: “Haga un importante esfuerzo para que sus hijos no comiencen a fumar es mucho más factible que convencerlos a dejar de hacerlo unas vez que ya comenzaron”
   Siempre estaremos dispuestos a ayudarlos a lo que sea, pero atentos,  una cosa es ayudarlos a curar y otra mucho mejor es prevenir que enfermen.

  La vida es en gran parte un accidente y de antemano sabio es  aceptar que nadie está exento de nada, pues en el enigma de la existencia  sucederá lo que indefectiblemente tenga que suceder,  las cosas son como son,   pero si hay alguien de quien aprender algo en esta vida ( no tanto de nuestros  padres)  es de nuestros hijos, son ellos un excelente termómetro ( más que la carne propia) para aproximarse  al  significado de muchos interrogantes, en este caso el de la prevención, con ellos el dicho se vuelve irrefutablemente contundente: “Más vale prevenir que curar”.

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