Malversado Amor
Poetas y juglares, novios y amantes, filósofos y
cantantes de todos los tiempos, que no han dicho referido a tamaña palabra: “el
amor”
El señor Sófocles
hace unos cuantos años dijo: del dolor y del peso de vivir solo el amor nos
libera, no hace tanto los Beatles en uno de sus consagrados estribillos hacían
vibrar millones de corazones con su archi famoso estribillo: “Solo necesitas
amor” y hace unos dos mil añitos
Jesucristo proclamaba: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”
Otras máximas
circulan a troche y moche: “Ama sin esperar nada a cambio”, “Solo el amor de
padres a hijos es incondicional”, “Es solo en
la amistad donde el amor se ve libre de condicionantes”, el filósofo Lou
Marinoff comenta: Nada mejor que enamorarse y sentirse correspondido y nada peor que enamorarse y no sentirse
correspondido, el diccionario dice: sentimiento de inclinación o vivo afecto a
una persona o cosa, pasión que inclina un sexo a otro.
Pero, ¿Qué es el amor?, ¿Qué mueve lo que no puede
explicarse?, ¿Qué impulsa igual que a la
fe a lo que no puede con palabras develarse? ¿Qué clase de sentimiento engloba
a quien solo sabe manifestarse y transmitirse desde lo mas profundo del alma y
el corazón sin pizca de reflexión?
Por allí por
inicios de la década de los noventa asistí a un congreso de odontología donde
uno de los más destacados disertantes el
doctor Baratieri (un prestigioso odontólogo del sur de Brasil con una simpatía y alegría que invitaba a
seguir afirmando sin temor a equivocarse que la alegría es brasileña) me
marcó al respecto del sentido del amor.
Este
apasionado doctor en algo aparentemente
tan lejano al amor como un curso técnico de odontología, logro hacernos
comprender -a quienes de verdad lo escuchábamos- de un modo simple y sencillo la verdadera dimensión de este asunto
referido al amor.
El doctor
mostraba, en pleno auge de la cosmética dental, diapositivas de casos clínicos
en los que se desempeñaba por aquel tiempo con gran calidad y profesionalismo.
En el clímax de la jornada con su elocuente y espontanea manera de exponer mostró, como suele hacerse, uno de sus casos
mejor resuelto con una diapositiva del antes y el después de reparado
(cualquier profesional de la estética sabe de lo que hablo, en esto de mostrar
el caso antes y después, donde suele
mostrarse solo los mejor resueltos y maquillados hasta el moño). Una joven
paciente había sufrido la fractura de un
incisivo superior (uno de los accidentes que mas suele angustiar a los padres
por el impacto visual que se les genera al ver un diente anterior partido en un
hijo, principalmente si es mujer). El resultado estético obtenido en el caso
terminado exhibía una naturalidad cuasi perfecta. Luego de la proyección de la
diapositiva, hubo una decidida pausa, como suelen hacer quienes saben exponer,
y con la sonrisa del paciente estampada en la pantalla como muestra de
agradecimiento a su salvador, el doctor Baratieri pregunto a los cientos de
dentistas que atestábamos el auditorio:
-¿Alguno
de ustedes me puede responder cómo se
logro conseguir este satisfactorio resultado en la rehabilitación estética de
este paciente?
Después del
primero que se animo a responderse fueron sucediendo, uno a uno, varios colegas con distintas respuestas
llenas de tecnicismo ante el negativo giro de cabeza de Baratieri.
Cuando ya
ninguno se atrevió a seguir opinando viendo como venia la cosa, el doctor
volvió a preguntar:
-¿Seguro
que nadie más quiere intentar la respuesta?
Esta vez no se movió ni el ala de una mosca y ante
sepulcral silencio, de nuevo: -
-¿Saben
cómo conseguí este excelente resultado?
Muy simple mis queridos colegas, lo conseguí...(volvió a hacer una pausa) con amor, solamente con amor.
Finalmente y
como remate con la transparencia de quien es más que sincero dijo que en Brasil tenia fama de ser un
odontólogo muy caro lo cual no se empeñó en desmentir, pues el pretendía en pocos años dejar la odontología para
dedicarse a su gran pasión oculta, la
poesía y como no sabía si el
poeta lograría ser tan rentable y exitoso económicamente como el
dentista, debía generarse reservas que le permitieran tamaño
giro de vida.
Ese día
cuando menos lo esperaba, como suele ocurrir, me llegó el maestro (a simple vista nada más
inesperado para ello que un curso técnico de odontología) se reveló la dimensión de lo que este vocablo
representa, no porque el maestro lo haya explicado, pues no es que el amor
signifique, el amor existe. Comprendí profundamente la incondicionalidad que mueve el más sublime
de los sentimientos que nos permite conseguir
lo que solamente, así, con amor, y
solo así es posible
conseguir.
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