Los
que siempre están
El tío Giovanni llegó a viejo, pero llegó de esa forma en que el
ingenio popular dice que al final de la
vida volvés a ser un niño. En su caso la cosa es literal volvió a ser uno de ellos y bien pequeño regresó incluso a los pañales.
En esto de la vejez hay a grandes
rasgos tres opciones: quienes
tristemente no llegan, a quienes privilegiadamente les llega tarde y por último quienes llegan hechos unos pendejos; como el caso del tío Juan; reconociendo a poquísima gente y balbuceando
tres o cuatro palabras
Él como otros tanto forma parte de ese
grupo, que no curiosamente, al desenchufarse de la realidad sus parámetros de
salud en general les mejora, el colesterol, el azúcar en sangre, la presión
arterial ¿No será que tanto Alzheimer y
tanta demencia senil, en estos adultos mayores al que el sistema desplaza
buscan, inconscientemente, en esta desconexión un mecanismo de defensa a tanta
locura y exclusión que les ofrece la actualidad?
La tía lila llega al consultorio dental, le
da la cartera, lo sienta en la sala de espera, y cuando le toca ingresar al consultorio entra con él, el dentista soy
yo, la que se viene a atender es la tía,
ella porta a su amado Giovanni a todas partes como a un bebé, no se lo despega.
Hace un par de años que está así, yo lo supe
por el mayor de sus hijos quien un día me lo contó:
-
Mira
mi viejo está hecho una planta, yo le dije a mi mamá; tenes todo mi apoyo para
meterlo en un geriátrico y hacer tu vida no podes estar al lado de alguien que
esta como él.
Pero
ella fue contundente en la respuesta
-
De
ninguna manera mijito, su papá se queda
conmigo mejor dicho yo me quedo con él, el podrá no saber quien soy, pero yo sé
muy bien quién es él.
El gringo Stella no es nuestro tío, lo llamamos así en esa familiaridad lograda
por ser el gran amigo del viejo de toda la vida, esos entrañables que uno mete
en la familia imponiéndolos como si
fueran de sangre y a uno le cuesta imaginar que no lo son.
Él es uno de esos prototipicos tanos
retacones de ojos clarísimos y de cabello blanco, con rasgos salientes como los
de una marioneta, los cachetes muy rosados solían ponerse rojos (ayudados por
el tinto que tanto le gustaba) en aquellas divertidísimas reuniones familiares
que lo tenían como principal organizador.
Su formación la básica; escuela Rawson de Godoy cruz, colegio
Nacional Agustín Álvarez y de allí a vendedor de productos de farmacia. Era mas simpático que cantinflas, mas
gracioso que Beni Hill ( como solíamos cariñosamente llamarlo) siempre participativo en cada reunión haciendo alarde de un saludo que lo
caracterizaba probablemente con la única frase en inglés que aprendió en su
vida y
supo hacer rendir hasta gastarla
como un sello particular, inclinándose en
cómica y novelesco reverencia largaba : ¡I am glad to see you!
Primero para bailar, primero para brindar y
el primero en reír hasta las lágrimas,
que fracasaba al intentar secarlas con su pañuelo blanco porque en la resaca de la última carcajada volvía a
lagrimear
Al tío Giovanni le tenemos con mis hermanos
un cariño espacial no solo por haber
sido “el” amigo del viejo si no además por haberlo acompañado
hasta el final, incluso llevándolo a la
cancha a ver al Tomba, en uno de sus
vicios compartidos cuando el papá ya andaba dando los últimos pasos por estos
pagos
De todas maneras la protagonista absoluta de esta relato es la
tía Lila., porque a pesar de tanta
presentación de Giovanni, lo que quiero compartir aquí es el don de su
mujer, ese don de unos pocos (que un día
intenté destacar en una canción) a los que siempre están.
La tía siempre al lado del tío, tal cual
como hoy fue ayer. En oposición a aquellos que aparecen cuando se enteran de que andás mal o que andás
por partir o en su defecto que ya partiste, formalidad humana de
aparecer en el momento en que
socialmente queda bien aparecer.
A grandes rasgos tenemos:
-los
que están en las buenas pero en las malas rajan.
-los
que solo aparecen en las malas.
-
los que (como la tía Lila) siempre
están.
Los
que siempre están, son los que dan alguna esperanza a nuestra vapuleada especie. Hoy la vi con la misma sonrisa y
dignidad con la que acompañó a su marido siempre. Cuando hoy ella intentaba
fallidamente (con la ternura que solo se trata a los niños) que me reconociera,
él llenaba el vacío de la no respuesta
con sus ojos vidriosos más vivos que nunca mientras la tía decía;
-No sabés lo bueno que sigue
siendo Giovanni, no sabes que excelente compañero es. Son
muy poquitos los como ella están siempre, ello son, como intenté cantar en
aquellas estrofas, los que siempre
están.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario