lunes, 28 de abril de 2014

Los que siempre están

   El tío Giovanni llegó a  viejo, pero llegó de esa forma en que el ingenio popular dice que al  final de la vida volvés a ser un niño. En su caso la cosa es literal volvió a ser uno de ellos  y bien pequeño  regresó incluso a los pañales.
   En esto de la vejez hay a grandes rasgos  tres opciones: quienes tristemente no llegan, a quienes privilegiadamente les llega tarde  y por último quienes llegan hechos unos  pendejos; como el caso del tío Juan;  reconociendo a poquísima gente y balbuceando tres o cuatro palabras
   Él como otros tanto forma parte de ese grupo, que no curiosamente, al desenchufarse de la realidad sus parámetros de salud en general les mejora, el colesterol, el azúcar en sangre, la presión arterial ¿No será  que tanto Alzheimer y tanta demencia senil, en estos adultos mayores al que el sistema desplaza buscan, inconscientemente, en esta desconexión un mecanismo de defensa a tanta locura y exclusión que les ofrece la actualidad?
  La tía lila llega al consultorio dental, le da la cartera, lo sienta en la sala de espera, y cuando le toca ingresar  al consultorio entra con él, el dentista soy yo,  la que se viene a atender es la tía, ella porta a su amado Giovanni a todas partes como a un bebé,  no se lo despega.
  Hace un par de años que está así, yo lo supe por el mayor de sus hijos quien un día me lo contó:
-          Mira mi viejo está hecho una planta, yo le dije a mi mamá; tenes todo mi apoyo para meterlo en un geriátrico y hacer tu vida no podes estar al lado de alguien que esta como él.
Pero ella fue contundente en la respuesta
-          De ninguna manera mijito, su papá  se queda conmigo mejor dicho yo me quedo con él, el podrá no saber quien soy, pero yo sé muy bien quién es él.

   El gringo Stella no es nuestro tío,  lo llamamos así en esa familiaridad lograda por ser el gran amigo del viejo de toda la vida, esos entrañables que uno mete en la familia  imponiéndolos como si fueran de sangre y a uno le cuesta imaginar que no lo son.
   Él es uno de esos prototipicos tanos retacones de ojos clarísimos y de cabello blanco, con rasgos salientes como los de una marioneta, los cachetes muy rosados solían ponerse rojos (ayudados por el tinto que tanto le gustaba) en aquellas divertidísimas reuniones familiares que lo tenían como principal organizador.
  Su formación la básica;  escuela Rawson de Godoy cruz, colegio Nacional Agustín Álvarez y de allí a vendedor de productos de farmacia.  Era mas simpático que cantinflas, mas gracioso que Beni Hill ( como solíamos cariñosamente llamarlo) siempre  participativo en cada reunión  haciendo alarde de un saludo que lo caracterizaba  probablemente con la  única frase en inglés que aprendió en su vida  y  supo hacer rendir  hasta gastarla como un sello particular, inclinándose en  cómica y novelesco reverencia largaba : ¡I am glad to see you!
   Primero para bailar, primero para brindar y el primero en reír hasta las lágrimas,  que fracasaba al intentar secarlas con su pañuelo blanco porque en  la resaca de la última carcajada volvía a lagrimear
   Al tío Giovanni le tenemos con mis hermanos un cariño espacial  no solo por haber sido “el”  amigo del  viejo si no además por haberlo acompañado hasta  el final, incluso llevándolo a la cancha a ver al Tomba, en  uno de sus vicios compartidos cuando el papá ya andaba dando los últimos pasos por estos pagos
   De todas maneras  la protagonista absoluta de esta relato es la tía Lila., porque a pesar de tanta  presentación de Giovanni, lo que quiero compartir aquí es el don de su mujer,  ese don de unos pocos (que un día intenté destacar en una canción) a los que siempre están.
   La tía siempre al lado del tío, tal cual como hoy fue ayer. En oposición a aquellos que aparecen  cuando se enteran  de que andás mal  o que andás  por partir o en su defecto que ya partiste, formalidad humana de aparecer en el momento en que  socialmente  queda bien aparecer.
   A grandes rasgos tenemos:
-los que están en las buenas pero en las malas rajan.
-los que solo aparecen en las malas.
- los que (como la tía Lila)  siempre están.
Los que siempre están, son los que dan alguna esperanza a nuestra vapuleada  especie. Hoy la vi con la misma sonrisa y dignidad con la que acompañó a su marido siempre. Cuando hoy ella intentaba fallidamente (con la ternura que solo se trata a los niños) que me reconociera, él  llenaba el vacío de la no respuesta con sus ojos vidriosos más vivos que nunca mientras la tía decía;

-No sabés lo bueno que sigue siendo Giovanni, no sabes que excelente compañero es. Son muy poquitos los como ella están siempre, ello son, como intenté cantar en aquellas estrofas,  los que siempre están.

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