Lo
que ahora nos sucede
Desde hace cientos de miles de años nuestra
especie ha venido configurándose a través de mecanismos de adaptación al medio
ambiente en el que le ha tocado vivir.
Desde
tiempos remotos, hasta hace muy poco tiempo unos cien o doscientos años (100 o 200 años en cientos de miles es una
ínfima parte) la biología estructural y
fisiológica del ser humano de algún modo supo responder a las situaciones de
riesgo que lo ponían en inminente
peligro.
Estudios psicológicos y sociológicos de
investigación en destacadas
universidades del mundo estudian las causas que provocan la falta de una respuesta adecuada del hombre
actual, ante situaciones que nos ponen en severo riesgo como especie.
Si
entrase un león a la habitación de alguna de nuestras casas en una ciudad nadie
dudaría (al igual que en una antigua
tribu) en reaccionar escapando de su alcance o atacándole con un arma, si la
tuviese al alcance...supervivencia. Aun
no habiendo estado jamás ante una situación similar es algo grabado en la
memoria ancestral de nuestra fibra más íntima.
Sin embargo hoy ese mismo hombre deja
corriendo el agua de la ducha o arroja
una pila a cualquier lado exponiéndose el - y al resto- en riesgo.
Sucede que rápidamente identificamos lo que
nos pone en riesgo inminente, el otro aún no lo entendemos.
Si en una zona sísmica como la de nuestra
provincia, Mendoza, se pronosticara con 72 horas de anticipación un terremoto
de gran escala con riego de muerte, todos los habitantes incluso en pánico no
dudarían en buscar la forma de trasladarse hacia donde pudieran salvaguardar
sus vidas y la de su núcleo familiar.
En situaciones como las mencionadas respondemos de un modo innato. Pero… ¿Qué sucede con la capa de ozono? ¿El
calentamiento global? ¿La contaminación del ambiente y los mares? ¿El abuso y la extinción de los recursos
naturales? ¿Por qué no hay respuesta ante
pronósticos que a mediano plazo
nos ponen en jaque mate?
El fenómeno es reciente – que son cien años
en la historia de la humanidad- hace muy poco que el hombre paso de habitar la
naturaleza a avasallarla, y esta se nos volvió en contra defendiéndose de la
única forma en que puede hacerlo: atacándonos.
No nos resulta fácil reaccionar masivamente
ante tal clase de peligros
¿Seremos
capaces de comprometernos con estos nuevos patrones de conducta?
De
ser así en el mejor de los casos ¿Será suficiente para detener el riesgo ante
el que estamos o el asunto es ya irreversible?
El
ingeniero brasileño Elio Matar, un empresario devenido a comprometido líder del
consumo conciente en su coloso pais, responde: “Si no creyera que es posible no
tendría motivos para seguir viviendo “.
Los países del mundo entero tendrán que apostar todo en educación. Pues del mismo
modo en que en estos últimos años el hombres aumenta su expectativa de vida a
expensas del desarrollo y la ciencia, debemos adquirir hábitos capaces
contrarrestar lo que nos pone en peligro como especie.
Actualizar
en el mundo políticas educativas que
estén a la altura de los nuevos desafíos
urge.
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