viernes, 29 de abril de 2011

Las duchas del club
 
 Para quienes practicamos deportes en algún club, el momento de la ducha, no es ni más ni menos que  el broche de oro  que viene a marcar el ineludible y gozoso ritual cúlmine de la actividad física. Entregarnos al chorro de abundante presión de agua caliente sobre la cabeza generalmente provoca un bienestar que se refleja en la cara de todos los que allí nos encontramos.
 
 La práctica deportiva en la sociedad moderna es de alguna forma una actividad artificialmente  provocada, viene a reemplazar lo que en  tiempos pasados se ejercía de modo natural, como hábito laboral y  de subsistencia, constituía  un modo físico de vivir.
  Cada época tiene lo suyo  y no es cuestión de andar añorando lo que ya fue, lo cierto es que todos sabemos de los indiscutibles beneficios de la actividad física, aún provocándola  de modo artificial  como solemos hacerlo en la sociedad actual

   Es llamativo en los vestuarios de los clubes ( me refiero al de los hombres) como ya de entrada  por el horario de llegada,  se reconoce  la procedencia laboral de quien llega:  bien temprano y de traje empresarios o profesionales independientes, a media mañana y de sport elegante; acaudalados de familia que no trabajan ni lo necesitan, muy abrigados todo el año y a cualquier hora los jubilados, al medio día y de traje roído los esclavos del mundo moderno cajeros de banco o empleados de comercio que aprovechan el corte del medio día para practicar y volver a la cárcel  en la tarde.

  Pero donde se equipara el asunto es en las duchas pues allí ni siquiera es posible reconocer si el individuo que ingreso practica natación, esgrima, futbol de salón, tenis, pelota paleta, pesas, yoga, tai Chi, o básquet, la cara de placer de todos es evidente es como que se nota en los rostros de cada uno que lo mejor de todo esta justamente aquí debajo del chorro de la ducha.

   Las duchas del club gimnasia y esgrima de Mendoza las conozco desde hace unos 40 años y en ese lugar (que poco a cambiado con el correr del tiempo) se aprecia el perfil conservador y tradicional  de la institución. En este club existen muchos antiguos socios que dejan solo de venir cuando mueren, abundan allí formalidades que son marca registrada, por ejemplo: al ingresar
a las duchas siempre se dice ¡¡¡¡Abrooooo!!! como advirtiendo al que ya esta bajo el chorro para que se corra ante cambios de temperatura bruscos en el chorro que sistemáticamente  se sostienen en el tiempo como parte de  una tradición que no se debe querer modificar reparando calderas o cañerías pues también habilita un pintoresco !!!!Cierrooooo¡¡¡¡ advirtiendo  al duchante sobre el mismo indeseable efecto quemante o enfriante del inicio.
 Otra de las características es que cuando hay varios nunca falta el comentario de alguno 
-Qué buena que está la ducha.
- Hay que aprovechar esta maravilla por que con la escasez del agua, esto ya se va a
   acabar.
Lo verdaderamente característico de las duchas masculinas (y que se repite en todos los clubes) es que aun con extremo disimulo, quien más quien menos,  los hombres nos miramos los genitales. Es que sin querer sugerir alguna condición homosexual reprimida – aunque también las hay, reprimidas y no  - esto de andar comparando las dimensiones de lo propio con lo ajeno es parte de un folclore muy especial entre los hombres, el que lo niega miente, allí en las duchas,  mas allá del estrato socio cultural al que se pertenezca, la actividad y la remuneración que se reciba, la estatura, el volumen de los músculos, etnia, credo u obra social, el grupo de los duchantes nos divide claramente en dos categorías: los bien dotados y los mal dotados, desnuditos nos mostramos como Dios nos mandó al mundo.
  Los bien dotados en la ducha se agrandan y los mal dotados en la ducha se achican, claro que alguno podrá decir que esto no es así, pero que me lo diga en la cara,  yo que hace mucho me ducho en el club le aseguro que no hay nadie que no mire (no estoy diciendo mirar con cariño, digo mirar con pena o con envidia) como algunos antiguos socios  ya nos conocemos desde hace tiempo nunca falta el chiste del que  grita:
-¡!!!Guardaaaaa que llego el anguila que nadie se agache ¡¡¡¡¡ -
  Tampoco falta el que riéndose de su desgracia  para alivianar el dolor de lo irremediable se gasta a sí mismo pidiendo prestado al anguila su instrumento para sorprender a la novia aunque sea  por una noche.
  El más zarpado de los antiguos socios  siempre le repite la misma frase:
- Mirá, si yo la tuviera como vos me haría socio de todos los clubes de la provincia para entrar a las duchas humillando sistemáticamente  a cada uno de sus asociados.
   De esto no suele hablarse, pero no hay que escapar al asunto, le aseguro que es así, 40 años de deporte en el club con la sistemática ducha al cierre de la práctica me avalan en la hipótesis;  no hay nadie que aquí no mire por mas chicato que sea,  la necesidad de compararse  viene al caso ya sea para bajar o para levantar la autoestima, el mito sigue vigente
   Y  no es un tema menor, en un documental que asistí a propósito de la vida del legendario  cantautor brasilero Vinicius de Moraes,  Chico Buarque  contaba a Toquiño una anécdota referida a propósito de una pregunta al fallecido poeta.
- Oiga Vinicius si usted volviese a nacer y Dios le diese la ocasión de modificar algo en esta nueva vida ¿¿¿ quisiera cambiar algo???
- Quisiera volver a vivir tal cual del modo que lo he hecho en esta vida (respondió Vinicius) no cambiaría nada, solo le  pediría a Dios si fuera posible señor hacer mi pito un poquiiiiiiiito mayor

    Al final de las duchas y ya con el vestuario de rigor cada uno vuelve a ser  el civil habitual que se muestra por las calles. La transformación social es enorme. El sujeto ya nada tiene que ver con el que cinco minuto antes quedo en la ducha hasta la próxima vez. 

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