lunes, 28 de abril de 2014

La miseria cultural

  Todo  ser humano es de algún modo vulnerable,  pero  en el caso de los artistas la fragilidad se ve reflejado en lo que una vez  oí decir  a un director de cine a su equipo de producción: Cuiden a mis artistas como a un cristal, pues es como si no tuvieran piel, sus fibras nerviosas se encuentran al descubierto.
  Y consta que en gran medida  es así, sin abundante sensibilidad no es posible hacer arte y claro que una buena dosis de ella, adjudica ventajas y privilegia, pero también otorga sufrimiento.
  Vivimos un tiempo –no tiene por que ser el peor- en que en numerosos rincones del planeta los  responsables del cuidado del  patrimonio cultural están convirtiendo justamente la cultura  en  miseria
   La apatía y hasta el desprecio, en especial,  a los valores artísticos de la propia región se está convirtiendo en un espanto. Una de sus traducciones más claras la presenciamos en la dificultad que tienen cientos de miles de artistas para poder, más que mostrar, ofrendar lo que más aman en sus vidas, la expresión de su sentir, su propio arte.
     En contraposición, las sociedades que desde sus directivas se apropian de su cultura al contener a sus hacedores para el logro de su máxima potencialidad expresiva,  demuestran  una evolución  que a todos beneficia.
      Sin la pretensión de poner el tema de la cultura delante de temáticas vitales como el hambre que azota a nuestro planeta - aunque en todo caso esto también es cultural-   hoy en muchas regiones, tristemente mi provincia Mendoza es una de ellas, lastiman a sus hacedores en el lugar donde más duele, el de negarles espacios dignos donde entregarse al público privándoles así  de la posibilidad de poder  vivir de su trabajo  
      Este horroroso panorama – nada nuevo bajo el sol - se traduce en artistas que en vez de dedicarse a lo suyo, deben poner su energía en lo que no les corresponde y en lo que peor saben hacer; autogestionarse  en una estructura administrativamente burocrática, enfermiza y denigrante que en muchas ocasiones los derriba y los vence hasta matarlos, ni más ni menos. 
     Ayer pasé una de aquellas tenebrosas tardes de inexplicable espera para luego de varios meses de insistencia y cientos de fracasos telefónicos lograr presentar a un funcionario un proyecto artístico de enorme responsabilidad social y cultural. La larga amansadora y la posterior frustrante reunión con el funcionario- de las tantas ya vividas- me dejaron de cama, la espera de tres horas y media más la vulgaridad de quienes teóricamente gestionan logró, una vez mas, filtrarme
   Jamás debiéramos en ese estado entrar en sueño esa noche me dormí dolido y con bronca arrastrando una fuerte  pesadilla: una enorme serpiente se instaló debajo de mi cama y no había manera de desplazar el horrible reptil de enormes dimensiones, toda mi familia y yo llenos de pánico no podíamos moverla de ninguna forma por más que con palos y rastrillos a toda  fuerza lo intentábamos. Envuelto en sudor y con mi propio grito desperté.
   Aun mal dormido y con la pesadilla a cuestas, salí a correr por nuestro estimulante parque (parque que gozamos hoy  por la gestión de quien en su momento si comprendió  los desafíos culturales de su tiempo) para limpiarme y  arrancar mejor predispuesto una nueva jornada, el animo mejoraba y así más calmo y distanciado pude pensar  la noche anterior y sin ser ni remotamente un conocedor de la interpretación de los sueños me cayo la ficha;  la víbora repta, se arrastra y esta particularmente ni se movía. Esto es lo que desean muchas veces generar aquellos que bestialmente comandan la sociedad; inmovilizarnos como en el caso de la víbora del sueño, incluso ni la posibilidad  de reptar, sacarnos hasta  la indignidad de arrastrarnos.
   Pero a ustedes, ignorantes , poderosos y maquiavélicos burócratas , les quiero aclarar que a mí ,como a tantos otros de este sobreviviente planeta de todos los tiempos, lejos de poder derrumbarnos o inmovilizarnos -como la sensación que provocaron a mi pesadilla- no hacen más que hacernos cada día  mas fuertes

¡Artista que no te maten¡  Recordemos que lo que no nos  mata nos fortalece.

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