La
lluvia es pa mojarse
Dos
cosas deben haber influenciado decisivamente aquel día para que a pesar del
enorme temporal, yo continuara el recorrido fijado para aquella jornada montado en mi bicicleta. La primera fue, ver
como alguien que no me cae nada bien,
cobardemente pegaba la vuelta ante las primeras gotas reforzando sin quererlo
mi autoestima, la segunda y fundamental es que el recorrido lo compartía ese día
con mi querido y elocuente primo a quien
reiteradamente escucho decir que la lluvia es para mojarse.
Él
siempre comenta: - ¿Cuál es la gracia de
cubrirse con un paraguas o un piloto cuando llueve? Por lo tanto él, que en
otras ocasiones en que salimos a pedalear suele aflojar antes de lo previsto
esta vez con el chaparrón de por medio me insistió para que siguiéramos el
periplo cuesta arriba como sea. Desde Vístalba hasta Cacheuta, en nuestra
montañosa Mendoza, la lluvia nos acompañó ininterrumpidamente durante
veintiocho kilómetros.
Conclusión,
el mejor paseo en bicicleta de toda mi vida, reconozco que cuando comenzó a
llover la primera sensación de frío y destemple casi me hace recular, pero una vez el cuerpo aclimatado el recorrido se tornó
indescriptiblemente singular.
Esto
no pretende ser una apología a las inclemencias climáticas pero en cuanto tenga
la oportunidad no se le ocurra cubrirse cuando llueve, sobre todo si es un
chaparrón moderado, pues como dice el
primo Leo, no se le olvide que justamente:
¡La lluvia es pa mojarse!
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