La
filosofía no sirve para nada
Un
afamado maestro brasilero cuenta en uno de sus libros la anécdota de aquel
profesor de filosofía que entró el primer día de clases al aula y dijo así a los jóvenes alumnos: -Lo primero que quiero decirles es que la filosofía no sirve para nada,
ahora bien me tomaré cincuenta minutos para explicarles lo que es la nada- Ese día después de la explicación uno de
esos jóvenes alumnos decidió que sería profesor de nada, quería ser filósofo,
ese joven era nada menos que Santiago Kovadloff
Es
cierto que para muchos la filosofía no sirve para nada, y en verdad, está bien
que así sea.; para otros en cambio la filosofía lo es casi todo, para estos
últimos las preguntas son la vida.
En
buena medida la felicidad es una apasionante persecución a la que jamás
debiéramos renunciar, y esa búsqueda más
que de respuestas esta plagada de preguntas: ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Hacia dónde? Aunque las
respuestas en muchos casos sea un simple “no sé” son las preguntas las que nos dan el sustento del niño que todos llevamos adentro y que desde
esa simple inocencia cotidiana que pregunta
nos sostiene entusiastas hasta el final.
Educar
a un niño es en buena medida ayudarle a sostener sus preguntas dijo el mismo
Kovadloff en una de sus conferencias.
De
adultos nada mejor que insistir en el
mismo camino, el maravilloso mundo de las preguntas. No para ser respondidas
desde afuera, las preguntas son el móvil en la medida en que buscamos las
respuestas dejándonos mover desde adentro
Desde
esta perspectiva no es apenas que la filosofía
no sirve para nada, sino que desde sus movilizadoras preguntas la
filosofía nos sirve para todo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario