La
conquista cotidiana
Nadie puede jactarse de estar realmente vivo
por el hecho de tener un corazón latiendo, sangre circulando o algunas neuronas
en actividad. Esto es apenas obra de la fatalidad producto del encuentro casual
de quienes nos trajeron a este mundo.
Estar
vivo, lo que realmente significa estar vivo es otra cosa. El derecho que nos
regalan los cinco sentidos implica el deber de alimentarlos, no necesariamente
desafiando los límites al extremo de arrojarse desde un paracaídas o escalar
el Aconcagua, con todo el respeto para
quienes lo requieren para sentirse vivos. Lo que propongo es más simple, me refiero a intentar entender que la lluvia
es para mojarse, el viento para sentirlo, las flores son para olerlas y la luna
para verla, estar vivos es “tarea” y podemos colaborar para que sea una hermosa
tarea
El
confort, la globalización, el marketing y otras yerbas se empeñaron en hacernos
olvidar lo esencial. Ya por el año 1840 en los estados unidos de Norteamérica
el escritor Henry David Thoreau decidió cambiar todas las oportunidades que le
proponía la gran ciudad por la experiencia de retirarse dos años al campo de
Walden en las afueras de Massachussets alejándose de las normas de mercado que
imponía la urbe y entonces resguardado
en armonía y pleno contacto con la naturaleza fue como
logro transcribir la esencia de este sentir en “Life in the Woods”.
En pleno siglo XXI en medio de tanto Google, i pod. I pad i phone ;
comienzan a reconquistarse valores de nuestra condición humana que no
debiéramos haber olvidado jamás, pues
como sabiamente dice el cantar de los
cantares -y siempre es bueno recordarlo- no hay nada nuevo bajo el sol.
Mucho
antes que lo hiciera Thoreau, ya en siglo III AC, Epicuro supo advertirlo al
pueblo; “El deseo acaba con el sosiego” y debemos tener claro que la gloria, la
riqueza y la vanidad atentan contra la plenitud del hombre. Antes fue
Aristófanes- 5oo años antes de cristo- quien en una de sus satíricas comedias
anticipó la decadencia del imperio griego, en una forma de consumismo análoga a
la actual que por entonces arrasaba con la cultura democrática . Iniciada la
era cristiana fue Séneca quien promovió el estoicismo planteando la austeridad como centro para el logro de la
salud y felicidad. Defecto de nuestro tiempo el de creernos autores de
problemas y desafíos que nos atañen desde hace siglos.
La
escritora italiana Susana Tamaro (entre
autoayuda y otras pretensiones literarias)
en una de sus novelas más vendidas hace una analogía interesante, el nacimiento del
hombre es como el de haber sido
arrojados desde lo alto de un edificio donde la inexorable caída al vacío solo
puede evitarse si logramos aferrarnos a algo.
Cada
cual se aferra a lo que puede y a lo que
quiere.
Asirse
a lo esencial, la conquista cotidiana de sentirnos vivos más allá de un mero
latir.
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