lunes, 28 de abril de 2014

La raza superior

       Al fundador del partido nacional socialista en la Alemania de 1919  devenido luego führer (el jefe) le cabe, según quien opine, cantidad de calificativos. Para algunos fue un poderoso genio al punto de lograr la  raza superior, para otros un fundamentalista sicótico dispuesto a exterminar lo que se opusiera a su enfermizo deseo de dominio absoluto, para quienes apuestan a la vida con profunda dignidad un genocida sin límites y para sus victimas directas era el mismísimo diablo.
   Si se me permite un calificativo perteneciente a nuestra jerga argentina, además de todo lo antedicho hitler (con minúsculas) fue un ILUSO Y REVERENDO HIJO DE MIL PUTAS  (con mayúscula).  Hoy mientras caminaba junto a mi perro por el pedemonte, apenas a tres kilómetros del centro de la ciudad, me detuve  a observar el planeo de un águila, conmovido ante su desempeño, pensé, si los humanos pudiésemos volar por nuestros propios medios,  planeando así, con esa justa dosis de equilibrio viéndolo todo desde arriba en completo panorámico (algo así como superman), tal vez todo sería diferente. El silencio de la escena fue quebrado por un jeep que pasó a mi lado a toda velocidad emitiendo una espantosa música a todo volumen con perdón de la música-, alterando el equilibrio del  entorno y vuelo rasante del ave que  de un sacudón escapó raudamente.
   Aunque, incluso por haberlo padecido varias veces, sé lo malo que es comparar, no pude evitar hacerlo y relacione la grandeza de aquel ave - que hasta recién allí planeaba- con  nuestra mediocridad y me dije ¿Somos de las vivientes, la especie superior? ¿Si?, ¿Por qué?
 No fue precisamente en soledad que Adolph Hitler logró históricamente el deterioro de nuestra especie, tamaña perversión requirió la complicidad de cientos de miles de semejantes que sumaron en la ejecución de macabro plan, degradando a nuestra ya archi-vapuleada especie.
  ¿De qué raza superior hablaba este imbecil? ¿De qué especie la iba a sacar?
    El águila que esta mañana  planeaba tan equilibradamente en el pedemonte nada tiene que ver con el significado que los hombres le adjudicaron a esta en el escudo nazi. El animal se mantiene en profundo equilibrio, tranquilo, en su hábitat hasta que un sapiens pasa por allí rompiendo la paz con tamaña ignorancia humana.
  La bronca que el hombre provoca por las atrocidades que con sus pares ha cometido, comete y seguirá cometiendo no son suficientes para impedirme seguir creyendo en él, pero vos Hitler hijo de diez mil putas, vos, entre otros, sos uno de los principales especímenes que más de una vez nos hacen adherir, con toda la rabia del mundo, al  ponderado refrán que claramente nos dice: “Mientras más conozco al hombre más quiero a mi perro”

    Nos miramos en complicidad con mi mascota ( no es un ovejero alemán), ella asintió con  la cabeza,  y continuamos el paseo.

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