lunes, 28 de abril de 2014

La pastilla azul

  Hoy, todo es posible.
  Recuerdo de joven conversaciones con mi abuelo ya muy mayor, quien me contaba que una de las cosas que más le abrumaba de la vejez era la imposibilidad de concretar el acto sexual. Hace poco un psicólogo amigo me decía la frustración  que implicaba para él como terapeuta resolver desde la terapia la impotencia sexual en pacientes varones.  El popular actor Jack Nicholson promueve  públicamente y a viva voz  la pastillita azul  porque otorga  a personas de su edad la posibilidad de seguir disfrutando a pleno de la sexualidad.
  Ahora  pensemos en personalidades relevantes en el campo de las letras y el arte (es aquí donde pretendía llegar con el asunto) que con su extraordinaria sensibilidad y talento trascienden el tiempo, genialidades como el  escritor Frank Kafka, el poeta Fernando Pessoa, o el pintor Salvador Dalí. En ellos, su conmovedor arte centraba en el vacío, en la angustia insaciada, ese desasosiego encarnado en la figura de Pessoa como eje de su poética    
¿Dónde buscaban? ¿Desde dónde partían?  Lo hacían desde lo inalcanzable, desde lo humanamente inacabado.
    A Pessoa se le conoció un único amor, su novia Ofelia Queiroz y por lo que se deja ver en sus relatos este fue más platónico que otra cosa.
Salvador Dalí  - excéntrico surrealista de alta exposición- manifestaba su declarada impotencia sexual canalizada a lo largo de su obra enfatizando lo fálico, probablemente, como la  propia imposibilidad sexual.
  Me siento parte de una época en la cual nos han hecho creer (contando con nuestra complicidad) la idea de que todo es posible, algo así como que lo que no se tiene naturalmente, en alguna parte se debe de poder comprar.
   Disfrazar las arrugas del envejecimiento, agrandarse los senos a la medida deseada,  pasar de ser hombre a mujer o de negro a blanco sin escalas, en unas cuantas sesiones, pasó a formar parte del folclore del siglo XXI como ya tan bien lo anticipaba el siglo XX en una era que desplazaba los límites conocidos.
  El hombre es  inconcluso, no somos sino siendo, de allí que el disparador  a través de la historia haya tenido que ver con lo inalcanzable, esa angustia de Dalí nacida  por el tiempo que se derrite sin que podamos impedirlo, el desasosiego de Pessoa tras esa fecunda poética de la “saudade” de lo que no pudo ni podrá ser. Ellos nos pintan que  nuestras vidas tienen sentido  justamente por la inacabada especie que somos.

¡ I love you viagra ¡ Gritan justificadamente muchos de los usuarios, ahora  ¿qué será de la prolífica humanidad, en la medida que todos los no posibles sean resueltos como ocurre hoy con la tan demandada  pastillita azul?.

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