martes, 29 de abril de 2008

 La fuerza que aspira

  El momento del tránsito  en que empezamos abandonar el regazo uterino (donde plácidamente, flotando durante nueve meses; fuimos vida a resguardo del acogedor alojamiento materno diseñado para tal fin) para entrar por vez primera, en el hábitat que tendremos como morada, hasta la última exhalación; nos presenta el milagro de la vida en su máximo esplendor.
            En esa transición crucial, a la que podríamos considerar como la primera mudanza de nuestras vidas, operan dos fuerzas claramente diferenciadas una de la otra, ambas vitales para que el parto se concrete.
Una es la fuerza que empuja, es una vis atergo, viene pechando desde atrás, es la que hace la madre (la jefa de la mudanza), la otra fuerza es la que aspira es una vis afronte, es la que hace el bebé con su cabeza buscando hacia delante, hacia el frente.
 Ya en el instante de nacer se definen, francas y certeras, las dos fuerzas que estarán presentes a lo largo de nuestra existencia, sólo que intentaré, sin afán de desmedro, de la otra, destacar a una de ellas justamente por ser de las dos, la singular, la particular.
            Hay una que nos sostiene, contiene, consuela y alienta, imprescindible porque no hay uno sin el otro, porque somos con, porque mutuamente nos necesitamos; es la fuerza que comienza la madre en el parto y que luego continúan todos aquellos quienes a lo largo del trayecto acompañan, alientan; es la fuerza “Vis atergo” es un gran empujón que  ayuda y mucho pero....no alcanza para nacer, ni alcanza para seguir.

La otra -la que quiero destacar- es la que desde el instante mismo en que salimos al mundo estará por siempre dentro nuestro, la que pegada cual huella digital nadie podrá quitarnos, la que nos hace sujetos, la que nos define. Es la que desde que nacemos busca....mejor dicho va buscando, es ella la fuerza propia, la que nos lleva siendo, intentando, cayendo, levantando, es propia guía que guía, a nadie se ha de culpar, es ella garra y pasión, es el motor interno, por entero es personal,  la que vivos nos mantiene, unos la llaman proyecto, otros la vocación, es la fuerza “Vis afronte” la que va tirando al frente, es ella la marca propia, ella es la fuerza que aspira, la que a cada uno inspira a la dignidad más digna, que da el derecho exclusivo; de ser quien se quiere ser.

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