La dignidad de René
Siempre
que alguien está enfermo, aunque el
padecimiento sea importante, de alguna forma esperamos que obre la cura y la
recuperación.
Hay
casos en que la dolencia es de tal gravedad que solo cabe esperar el desenlace
final.
De alguna forma la muerte nos acompaña
desde que nacemos y por muy bien que uno
se encuentre, de momento nadie tiene la
vida comprada, ni sabe donde estará mañana, de todos modos, solo se instala como idea fija cuando por alguna razón, el asunto se torna inminente.
Estos
últimos meses me tocó acompañar de cerca el caso del padre de un
gran amigo en dichas circunstancias. El cáncer de René estaba lo
suficientemente ramificado como para solamente esperar el final.
Los amigos, a través de sus hijos, somos
muchos y de alguna forma por su calidez familiar todo estábamos pendientes de
su evolución.
Una
de las primeras cosas que decidió la familia, liderada por Richard - el hijo
médico- fue que el papá estuviera en la casa junto a sus seres queridos
evitando hasta donde se pudiera la internación
hospitalaria y las técnicas invasivas innecesarias.
Llegó el último suspiro y rodeado de sus
afectos en su casa murió René.
Claro que no fue un festejo, digo, como un cumpleaños, una recibida o un
aniversario, pero tampoco fue un drama, mientras vivió se acompañó, se disfrutó
y se hizo todo lo que había que hacer.
Cuando
lo estaban por enterrar uno de los amigos, un músico allegado a la familia,
pregunto a Ricardo si estaba de acuerdo en que interpretara allí algo en la guitarra a modo de despedida. Allí
sobre la marcha el consenso de todos los hermanos y la
esposa fue un; claro que si, por qué no, a él le hubiera gustado y así
fue, Javier y su guitarra de frente al cajón entonando una de las tonadas
preferidas del finado. Después del entierro se fueron a almorzar, parientes y
allegados de afuera obligaban a la reunión familiar con vino de por medio, pues
también esto, al igual que una buena tonada, formaba parte del ritual por el
gozo del encuentro de quien partió; quien fuera digno para vivir , digno para
morir, adiós querido Rene.
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