El
último
Es época de corridas la que nos tocó vivir;
esa angustiosa agitación, como inquieta enfermedad, que rápido quiere llegar,
no importa que se trate, ni para que sea el asunto. La cosa es llegar
corriendo, la cosa es llegar primero.
Hace ya un
tiempo me anda rondando el contrario, lo opuesto al encabezado; aprender a ser el último
Probable por ser ansioso, más seguro por
cansancio, comencé a ver de a poquito y ya sin querer ganar ¡Qué bonito que se
siente dejarse para el final!
La cosa no era pensarlo sino empezarlo a
ejercer y así lo estaba viviendo, el último en
subir al micro, el último en vacacionar, el último en despedirme, el último en llegar….
Decidí anotarme en una carrera pedestre de
varios kilómetros, con el objetivo principal de llegar último, pero al llegar
último, el día de la inscripción no quisieron anotarme y lo que deseaba vivir,
lo tuve que imaginar. Imagine una saeta, de condiciones innatas y entrenado sin
igual, su destino era clarito y su vocación ganar, en esta circunstancia el
desafío distinto, contrario a su natural, debía correr muy lento imponiéndose
un ritmo que no era ni remotamente el
habitual. Con voluntad férrea y
contra toda natura dejó que uno a uno lo fueran pasando. Y así fue, la multitud
lo aplaudía más fuerte que las tantas veces en que primero arribo a la meta,
todos supieron reconocer que el objetivo era otro, esta vez era distinto, era
ser último para ganar.
A
esta carrera veloz que nos vendió el modernismo la acompaña una corriente que
la tiende a sujetar, es el movimiento “slowly” - movimiento nacido en un pueblo
de Italia que en su origen supo oponerse a la modalidad del Fast food
norteamericano, reivindicando la calma
para el ritual de comer - el
objetivo de movernos lentos a una velocidad que nos permita saborear la vida,
sin ningún apuro, justamente para poder
llegar.
Cuando fui estudiante de odontología, hablando
de los adelantos tecnológicos, un profesor
siempre nos decía que tratemos de no ser nunca de los primeros en incorporar los avances que la
ciencia provee, en todo caso que los ansiosos fueran otros. En definitiva llegar
más tarde al adelanto científico nos permitiría acceso a productos más avalados
en el tiempo.
Cuando adolescente y joven me gustó llegar
primero, acelerando en la moto, en alguna competencia, o en la entrega de un examen final. Hoy conversando con mi amigo Torres, templado como pocos y hermano
generacional, el placer es ir despacio
dejándose para el último, el supo escuchar
hasta el final, allí hizo una pausa importante, y economizando palabras
con su certeza habitual remató: Sobre
todo que bueno…. ser último en opinar
(Por
favor si alguno de los lectores trabaja en emergencias médicas tipo ECI ni se
les ocurra hacer carne estas palabras, cuando hay que apurar no se hagan los
boludos, porque el precio de no hacerlo es una vida. Dicen que en nuestro país
la mayoría de los accidentes cerebro vasculares dejan casi siempre secuelas
graves por que la emergencia médica llega cuando ya es tarde).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario