jueves, 29 de abril de 2010

El teatro por siempre
   
¡El teatro por siempre!
            ¿Por qué? Por que cuando yo ya tenía una profesión, una esposa y nuestra primera hija en su vientre, recién ahí, gracias al teatro logré conocer a una persona que hasta entonces desconocía (o mejor dicho, me empeñaba en desconocer).
            No es que se pretenda conocer en su totalidad a ese ser con el que, abusando de la confianza solemos llamar de “yo” pero una aproximación a saberse, es imprescindible y para ello, el juego y el fuego teatral supo ser crucial.
            El notable escritor Chileno Antonio Skàrmeta pone en boca del personaje de uno de sus libros – La chica del trombón-   algo más o menos así:
“El teatro es el arte del gesto, la palabra es un lenguaje inferiormente precario si se le comprara,  y en reiteradas ocasiones ella no es más que la vulgarización de los verdaderos galgos de la comunicación. Si emitirla fuere indispensable debería parirse  desde un conjunto de músculos y nervios quemantes para lograr ser eficaz, y cada una de las silabas será siempre precedida de un largo silencio sepulcral que arda en lo profundo del vientre de cada actor antes de ser emitida”.
            El ejercicio y la insistencia vocacional me revelaron lo que me habitaba  allí, donde no hay lugar para el autoengaño, precisamente por el modo legítimo y  descarnado con el que nos manifestamos al actuar. Actuar se conjuga en varios idiomas con el mismo verbo que jugar; play en inglés o  joue en francés. Jugar y actuar se traduce en cualquier idioma  como lo más  puro del  lenguaje justamente, porque,  por más disfraz que uno se ponga ambos nos muestran como somos.

¿Algo tan libre como el teatro, tiene que ser obligatorio? Ninguna paradoja, cuando hace tiempo escuché sobre la obligatoriedad del teatro en las escuelas adherí inmediatamente. ¡El teatro por siempre¡ No por soñarme en un mundo lleno de actores de profesión, sino un mundo donde a través del juego del arte escénico, cada niño logre reconocerse temprano, para total beneficio de sí mismo y de la sociedad en que le toque habitar.

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