lunes, 28 de abril de 2014

El pueblo
  
El pueblo tiene mucho de lindo, lo que también tiene es la dificultad de cambiar lo que no anda lindo.
   El otro día leía en el diario la propuesta de una fundación Argentina (entre las miles y miles que tenemos aquí) de potenciar el desarrollo autóctono de unos cuantos pueblos del país en riesgo de extinción, dado la migración de sus habitantes a la gran ciudad por falta de trabajo. El planteo, muy razonable por cierto, propone que invertir para que la gente se quede y desarrolle en su rincón natal es mucho mejor que generar marginales en las grandes urbes con toda la problemática que esto acarrea.
  A propósito del asunto, hace ya unos cuantos años, al finalizar un curso de teatro aquí en mi provincia con el prestigioso maestro de actores (ya fallecido) Carlos Gandolfo aproveche la volada para manifestarle mi interés en viajar a radicarme a la capital federal para desarrollar allí mi tarea. Hizo una pausa, respiro, y respondió; ¿A qué te vas a venir a Buenos Aires?, ¿Para qué?, ¿Atrás de que?  Es verdad que portás algunas condiciones si….pero (y continuó más irónico) ¿Cuántas horas de ómnibus queres andar parra llegar a horario al ensayo? Creo que tenes mucho por hacer aquí…
  Esto sucedió en el marco universitario mientras terminaba la carrera de arte dramático y  no sé si para mal o para bien el asunto caló hondo.
  Me dijo también si alguna vez había pensado en toda la gente de este hermoso lugar a la que le gustaría ver mi desempeño (antes que yo alcance a replicar que la gente de aquí casi no concurre a los teatros a ver a los artistas locales, prosiguió)  en geriátricos, hospitales, hogares, escuelas, fundaciones. Gandolfo derribó la intención migratoria de un plumazo -cosa que el maestro debe haber notado en mi rostro y de inmediato  levantó con remate magistral - ;
- No te preocupes muchacho, cada uno de nosotros tiene su propia estrella y brilla desde donde está.
   La gran mayoría de los  artistas mendocinos nos quedamos aquí y  que bueno que pueda ser desde aquí. Para ello es necesario que cada vez más los ministerios de la provincia integrados potencien nuestra plena y constante inserción laboral y cultural de lunes a lunes con los teatros a agenda completa. Modificar esto no es fácil ni grandilocuente, más importante que abrir salas o promover grandes festivales es cambiar la actitud de nuestra gente. De lunes a viernes en horario veinte y treinta,  por ejemplo, se puede difundir y subsidiar que en vez de quedarse e ver tele en la casa  se puede asistir (incluso en familia) a un concierto, una obra de teatro, un elenco de danza, o algún cantautor del pago que venga en ascenso.  Un trabajo nunca puede ser tal ejercido un día a la semana, y con la mejor de las suertes y en el mejor de los casos  esa es la realidad del  artista mendocino.
  Aquí estoy Carlos Gandolfo, como tantos otros;  aquí armé familia, aquí están mis amigos, mi público, mis rincones, mi paisaje, aquí me formé, aquí están mis proyectos (que no son pocos), y  aquí  estoy  intentando ganar la pulseada como vos me lo sugeriste tan convincente.
   Hace unos días me dio orgullo mendocino el homenaje en el teatro Independencia que le hicieron en la presentación del libro y en plena vigencia al flaco Suárez,  (en general el pueblo espera que seas fiambre para recién ahí descubrir la placa).

  Mendoza es una ciudad indiscutiblemente hermosísima pero a pesar de sus logros y pretensiones tiene todavía mucho de lo malo del pueblo. Una política sostenida (no esporádica) puede dar vuelta la taba, algo de esto se esta gestando en el cine, la tv, el teatro y otras manifestaciones artísticas  y ahí si,  (como dijo el maestro de actores Carlos Gandolfo)  nada será más digno que brillar desde aquí, con el orgullo mendocino de haberse quedado en el  pueblo.

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