miércoles, 29 de abril de 2009

¿Dios existe?

Quienes trabajan en la tarea de promover en sus semejantes la existencia de Dios, se valen para ello de cuanto recurso disponen, especialmente apelando a la historia escrita de los libros sagrados con sus respectivos versículos de eventos, milagros y apariciones, insistiendo en mantener así encendida la fe en los fieles y convenciendo de ello a los no tan fieles, para que así, lo sean.
  A pesar de esto, las grandes religiones están en crisis – el catolicismo sólo en Latinoamérica perdió en los últimos años alrededor de la módica suma de cuarenta millones de adeptos ( más que todos los habitantes de la Argentina).
  Traigo esto a colación, pues algo parece andar fallando al respecto, pero no precisamente porque quiero referirme a la crisis de los credos sino a la idea de la existencia y creencia en Dios.
El monoteísmo que caracteriza al judaísmo, centra su esencia en la creencia de un único Dios -Adonai- y al respecto, por más ateo que alguien pudiera preciarse al menos lo pensó. ¿Quién no pensó alguna vez en Dios?
  Sabiéndome creyente, no lo imagino como un viejito de barba blanca sentado en una nube con un puntero señalando a quienes han obrado bien o mal, para premiar o castigar, sino como una poderosa energía espiritual que dentro de cada uno de nosotros permite situarnos por encima de lo estrictamente mundano, salir de lo trivial y sin deslindar responsabilidades, aprender a entregarnos.
Ante el enigma de su existencia, conversando sobre el asunto un sacerdote me aclaró: Quedate tranquilo, no existe quien pudiera jactarse de ser un fiel creyente en Dios si alguna vez no hubiese dudado de su existencia.
  Con el tiempo la fe decantó: ¿Es que acaso alguna vez se conoció a un humano que todo lo pueda tener, que todo lo pueda lograr? Claro que no, lo que se da por un lado, por otro se ha de quitar.
Tal vez les  parezca ingenuo pero existe una prueba contundente que me hace creer en Dios (siempre lo repito un poco en broma y otro poco en serio);  es que no existe un solo ser humano que lo consiga todo, es así, si Dios no existiese, algún caso habría de haber.
Si usted pertenece al puñado de aquellos bendecidos con techo, comida, salud, educación y afecto no le cabe otro derecho más humano que creer en el poderoso.

Es parte de nuestra esencia, de nuestra naturaleza. No hemos venido a este mundo para conquistarlo todo sino a saber valorar aquello que se ha conquistado. Algún merito hay en uno, pero nunca se le olvide, inténtelo recordar: no se le olvide agradecer, agradézcaselo a “Él”, agradézcaselo a Dios.

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