miércoles, 12 de diciembre de 2012

Brasil curvo
  
La pelota de fútbol, la banana, el acarajé, las palmeras, sus mujeres, hasta sus particulares montañas rocosas que se originaron cuando Brasil se separó del viejo continente de Gondwana  hacen una curva de este paraíso. A partir de la década del 30 diferentes manifestaciones artísticas entrelazadas gestaron un movimiento cultural que no sólo circuló por allí sino que prendió en el mundo entero, la danza, la música,  la poesía (que supieron prosperar en Río de Janeiro, aunque nutrida por figuras que provenían del resto del país) y no solo la Bossa y el samba sino que para que ese movimiento al que llamaremos “curvo” tuviese la impronta que tuvo fue decisiva también la arquitectura de Oscar Niemeyer.
Él entendía que con reglas sólo arquitectónicas no se iba a ninguna parte, era un artista integral  con mayúsculas y curvó obras monumentales y edificios  por todas partes.
  Si el fascismo, la derecha, los dogmatismos, las dictaduras y los totalitarismos son una línea recta, la democracia, los matices, lo alternativo y la libertad son una curva.
  La cultura de Brasil, curva (tirando a círculo que circula), supo resistir los momentos de máxima tensión durante la dictadura pues no había forma de doblegar a un Vinicius, a un Chico Buarque o al mismo Oscar Niemeyer.
Este hombre trascendente murió hace unos días poco antes de cumplir 105 años (nunca se sacó el cigarrito de la boca parece que la longevidad pasa por otro lado, aunque el mismo decía que tener más de 100 años era una mierda  (entre otras cosas le tocó enterrar a su única hija cuando ella tenía 82).         Él, que rodó por el mundo marcando presencia verde amarela con su trabajo, dijo claramente en uno de sus escritos: “Quiero mandar todo esto al carajo, hay muchas otras cosas más importantes que la arquitectura, volver al país que me dio todo, a estar y a disfrutar mi gente es prioritario”.
  Affonso Romano de Sant Anna poeta y escritor también de aquella época  comenta en una de sus crónicas periodísticas que caminando alrededor de la laguna Rodrigo de Freitas en Ipanema, notó que la gente que paseaba  alrededor del lago sin grandilocuencias, sin discursos políticos, sin manifestaciones,  simplemente circulando y exponiendo la diversidad de sus cuerpos por allí,  arredondeaban la humanidad, eso es,  justamente , lo que se siente cuando uno se mueve por esa acuarela multirracial, que la vida se curva….. que  allí la vida se arredonda….

             A veces, como argentino me siento raro pues quiero tanto a ese coloso país, como al mío, es que lo he recorrido, sobre todo he conocido a su gente y el famoso “jeitinho brasilero”, esa cadencia geográfica,  musical, poética, y sobre todo corporal que tan bien reflejo Oscar Niemeyer en sus curvas de concreto y que han logrado, entre otros, que Brasil se haya convertido en la potencia que hoy es y que con seguridad seguirá siendo.

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