domingo, 27 de abril de 2014

Aristas de una muerte digna
  
    En este mundo global de amor a lo material  la muerte no está de moda,  borrar las marcas del tiempo que certifican la vida es cosa del folclore actual, como si diese vergüenza envejecer o morir, en esta cultura posmoderna referenciar el ocaso vendría a ser mala onda, pues el exitismo abruma, llevándose por delante el único verbo certero a conjugar en futuro; yo moriré.
   La ciencia debe luchar por apostar a la vida, pero sin gambetear nuestra esencia centrada en la finitud: un pariente moribundo le pedía a un sacerdote: ¡Hable con mi familia! le pido que los convenza, mi vida se está apagando y no me dejan morir…. no me dejan despedirme….
   La expectativa de vida aumenta año tras año pero la inequidad es sello de nuestra distinguida especie, los condenados de vientre siguen muriéndose de hambre en casi todo el planeta.
   Al respecto del deceso hay conceptos que se mezclan,  eutanasia y asistencia no son una misma cosa, uno precipita la muerte y otro a morir mejor, y no hay momentos destacados, uno importa hasta el final
   Muerte no es mala palabra. Indigno es no saber vivir

En uno de sus escritos el brillante uruguayo Mario Benedetti reflexiona: “Cómo no considerar  la muerte hombre… si es la cumbre de la sencillez”.

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