jueves, 29 de abril de 2010

Apenas, como tiene ser

  Nací y me críe en un país subdesarrollado.
  Calculo que la categorización de las regiones: primer mundo, subdesarrollado, emergente o pobre se fija de acuerdo a varios  índices que tienen que ver con una serie de parámetros y porcentajes referidos a educación, ingreso por cápita, mortalidad infantil, expectativa de vida y otros tantos por el estilo.
  Los que saben de esto, asocian el subdesarrollo a un correlato  paralelo con la injusticia, y no son pocos los compatriotas que coinciden en que es la falta  justicia lo que nos tiene sumidos en un pozo por estas latitudes.
             Tuve la oportunidad de visitar algunos de los países bajos de Europa y nuevamente contactar así con el llamado primer mundo. Y no es que en esta región del planeta no haya problemas, claro que los hay y seguramente quienes allí residen los padecen, pero no hay que ser especialmente lucido para percibir que la mayoría de las cosas andan y que la justicia funciona. No menos cierto es que uno siempre aprecia y valora  lo que en su propia tierra adolece.
             El tramo desde Ámsterdam a París lo hicimos en tren y oh sorpresa, en plena región de avanzada no sabemos si fue por una ruptura en el tren o por congestionamiento en la vías férreas, la cuestión es que tuvimos que completar parte del trayecto en colectivo y luego hacer trasbordo a otro tren. El viaje demoró dos horas y media más de lo previsto.
            Cuando descendimos en la estación central de París unas mujeres prolijamente lookeadas de azafatas ofrecían unos formularios para llenar. Por un pasajero que viajaba con nosotros nos enteramos  de que los formularios eran para reclamar por el retraso.
            Confirmando lo antedicho, problemas hay en todas partes, lo inédito para nosotros absolutamente deshabituados a estas conductas, es que la  propia empresa de trenes en la que viajamos - con cede central en Bélgica-  ofrecía el servicio de reclamo a los pasajeros (con suerte Argentina 2100).
 Simplemente colocamos el boleto de mi esposa y el mío y anotamos  el domicilio y código postal de nuestro país de residencia
 A los sesenta días  ¡oh sorpresa! nos llegó una correspondencia de Thalys International en la que aceptan el reclamo y reconocen el perjuicio ocasionado,  en primera instancia piden sinceras disculpas  y segundo que según el retraso sea de 30, 60 minutos o más  ofrecen porcentajes de 20, 50 o el 100% de reconocimiento del valor. En nuestro caso reintegraron tickets por el total abonado, 184 euros en varios boletos transferibles para ser usados en el lapso de un año, además de ofrecer la posibilidad de un reclamo mayor por si acaso la demora (no fue nuestro caso)  hubiere ocasionado un perjuicio mayor.

            Deshabituados completamente  a estos actos de simple justicia vivimos el hecho con eufórica alegría, como si se tratase de un regalo, en realidad y como dice el encabezado: “Apenas, como tiene que ser”.

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