miércoles, 29 de abril de 2009

Al  margen

            Es como que estás al límite, en el borde, parece que te estás por caer, dice uno, es ser un orillero, el que merodea por el arrabal y el bajo fondo, dice otro, es estar alejado del centro, agrega alguien, marginal no sólo es el hombre, lo es también un  país y su cultura cuando se ensimisman olvidando el contexto; opina el más letrado de modo contundente.
 Cada cual larga su idea,  pero lo que importa no es qué significa ser  marginal, sino quiénes lo son   y por qué.
 Si bien es cierto que al margen se puede estar de varias maneras (porque marginales también son aquellos que aun teniéndolo todo, están desintegrados), me quiero referir  aquí a los excluidos de este mundo, los que se quedaron afuera y sin nada. Sólo quienes se dedican comprometidamente a esto, comprenden la dimensión de lo que significa vivir al límite, vivir al margen.
  El padre Ernesto Contreras  edificó su sacerdocio en una lucha social por los más necesitados, compartiendo  la miseria con ellos, no como un observador, sino como un semejante, en una  decisión de vida  que consistió en entender las causas de la marginalidad desde adentro,  para  poder combatirla.
  Lo primero que se le critica a esta gente, decía  el padre Contreras es que se dedican a tener un hijo atrás del otro, justamente, es lo único que de verdad pueden tener; hijos. Y como en un cuento siguió con su voz angelical: Los padres de familia se fueron quedando sin trabajo y los niños salieron a las calles a buscar algo para ayudar, pero en las calles se reunieron con otros niños en sus mismas condiciones y allí  identificados con la misma problemática junto al alcohol mas algún aditamento tipo paco – a un pesito la dosis- llegaron fácilmente a la conclusión  que lo más práctico para ellos es el delito, si en algún  caso fuesen sorprendidos por la ley… nada por perder. Al comienzo uno que otro robo simple, luego un  arma, después el grupo armado delinquiendo tanto en  barrios ajenos, como también replegados en sus  propios barrios- donde en boca de algunos de ellos se escucha decir que ya no se respeta ni a los de la misma villa- Por último el bando organizado con líderes intelectuales  aprovechando semejante mano de obra, para su propio provecho.
Conteras lo decía sin tapujos- él tampoco tenía nada que perder- .Se penaliza a estos marginados delincuentes hijos de la apatía colectiva, pero no nos engañemos la droga va por arriba, el tránsito de armas va por arriba, la explotación va por arriba.
            Para que exista marginalidad tienen que haber quienes la necesiten, esto es funcional. Debemos comprender que la violencia que nos devuelve hoy la sociedad es  nuestra, nos pertenece, somos nosotros quienes la estamos sosteniendo, y lo que es peor, nadie de afuera podrá salvarnos, ni a los que  tienen ni a los que nada poseen.
 Un día habrá que comprender que somos todo parte de este mismo viaje.
   ¿Podremos algún día vivir en un mundo mas justo y equitativo para todos?

  ¿Será posible?. Quién sabe…..Seguir en el intento es indispensable.

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