martes, 29 de abril de 2008

  A contramano
    
Hoy, como casi todos los domingos, me dirigí al parque a correr junto a mi fiel mascota en lo que semanalmente, se convierte en el encuentro más íntimo conmigo mismo.
De repente en sentido contrario y a mayor velocidad  empezaron a aparecer otros corredores, ellos corrían una maratón,  primero fueron unos pocos, luego decenas  que me obligaban a esquivarlos., sentí por un momento el fuerte deseo de girar 180 grados y plegarme al rumbo de la mayoría, pero enseguida desistí, en acompasado ritmo y con buena autoestima seguí la propia dirección disfrutando “a contramano”.
Comencé a reír tímidamente, luego de manera franca mientras esquivaba competidores que brotaban de todas partes y en cuyos competitivos rostros una mueca de soberbia evidenciaba algo así como; ¿A este  loco que le pasa?
Me hizo reír aún más un chiste que recordé de gallegos - como decimos en la Argentina en esa forma no tan saludable ni inofensiva con que nos reímos en este caso de los españoles -.Cuestión que Manolo va circulando en su vehículo a toda velocidad por una avenida principal en Buenos Aires, esquivando como loco autos que vienen de frente, en el medio de tanto nervio, el gallego prende la radio del coche y la voz de un locutor exaltado comenta: Alerta rojo, en plena avenida libertador y a toda velocidad circula “a contramano” un vehículo. ¿“Uno?”- le contesta el gallego al locutor esquivando frenético-  son miles chaval, miles.
            Valga la humorada apenas para reforzar esta  idea cada vez más necesaria – entiéndase bien- a contramano.
   Qué bueno, por ejemplo que a las nueve de la noche mientras que cientos de miles adultos se encuentran  frente a la caja boba viendo chatarra televisiva, unos pocos “a contramano” se encuentren junto a la cama de sus niños  leyéndoles un cuento, cultivando así la fantasía que ellos precisan para existir (como dice Francesco Tonucci un ensamble perfecto, el adulto quiere contar y el niño escuchar).
Qué  bueno que mientras millones de jóvenes se encuentran, en este momento en el ciberespacio malversando intimidad, unos pocos, “a contramano”, estén utilizando este recurso navegando tras el aprendizaje o la biografía de algún hombre de la cultura o la ciencia.

  Qué maravilla que mientras cientos de miles de hombres y mujeres se encuentran en este preciso instante leyendo  la moda otoño-invierno, para esta temporada, en alguna de las miles de estúpidas revistas que inundan el mundo, unos pocos, “a contramano”, se encuentren  absorbidos en un poema de Pessoa o un cuento de Borges en un  intento por    insistir en seguir comprendiendo de verdad qué significan las palabras.
    Qué fabuloso que mientras millones se encuentran en este momento escuchando ruido, un puñado, “a contramano”, esté degustando alguna melodía de Mozart,  Beethoven o Bach.
    Es que como especie tendemos con extraordinaria facilidad  a plegarnos al defecto masificando el exceso… difícil es resistir.

   Qué bueno que siempre y en todo tiempo y lugar existan quienes como Shakespeare, Moliere, Chaplin,  Einstein, Mozart, Madame Curie, Gandhi, Borges y tantos otros, circulen así, tal vez no suene bien ni sea la expresión adecuada, “a contramano”.

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