Brasil
curvo
La
pelota de fútbol, la banana, el acarajé, las palmeras, sus mujeres, hasta sus
particulares montañas rocosas que se originaron cuando Brasil se separó del
viejo continente de Gondwana hacen una
curva de este paraíso. A partir de la década del 30 diferentes manifestaciones
artísticas entrelazadas gestaron un movimiento cultural que no sólo circuló por
allí sino que prendió en el mundo entero, la danza, la música, la poesía (que supieron prosperar en Río de
Janeiro, aunque nutrida por figuras que provenían del resto del país) y no solo
la Bossa y el samba sino que para que ese movimiento al que llamaremos “curvo”
tuviese la impronta que tuvo fue decisiva también la arquitectura de Oscar
Niemeyer.
Él
entendía que con reglas sólo arquitectónicas no se iba a ninguna parte, era un
artista integral con mayúsculas y curvó
obras monumentales y edificios por todas
partes.
Si el fascismo, la derecha, los dogmatismos,
las dictaduras y los totalitarismos son una línea recta, la democracia, los
matices, lo alternativo y la libertad son una curva.
La cultura de Brasil, curva (tirando a
círculo que circula), supo resistir los momentos de máxima tensión durante la
dictadura pues no había forma de doblegar a un Vinicius, a un Chico Buarque o
al mismo Oscar Niemeyer.
Este
hombre trascendente murió hace unos días poco antes de cumplir 105 años (nunca
se sacó el cigarrito de la boca parece que la longevidad pasa por otro lado,
aunque el mismo decía que tener más de 100 años era una mierda (entre otras cosas le tocó enterrar a su
única hija cuando ella tenía 82). Él, que rodó por el mundo marcando
presencia verde amarela con su trabajo, dijo claramente en uno de sus escritos:
“Quiero mandar todo esto al carajo, hay
muchas otras cosas más importantes que la arquitectura, volver al país que me
dio todo, a estar y a disfrutar mi gente es prioritario”.
Affonso Romano de Sant Anna poeta y escritor
también de aquella época comenta en una
de sus crónicas periodísticas que caminando alrededor de la laguna Rodrigo de Freitas
en Ipanema, notó que la gente que paseaba
alrededor del lago sin grandilocuencias, sin discursos políticos, sin
manifestaciones, simplemente circulando
y exponiendo la diversidad de sus cuerpos por allí, arredondeaban la humanidad, eso es, justamente , lo que se siente cuando uno se
mueve por esa acuarela multirracial, que la vida se curva….. que allí la vida se arredonda….
A veces, como argentino me siento raro pues
quiero tanto a ese coloso país, como al mío, es que lo he recorrido, sobre todo
he conocido a su gente y el famoso “jeitinho brasilero”, esa cadencia
geográfica, musical, poética, y sobre
todo corporal que tan bien reflejo Oscar Niemeyer en sus curvas de concreto y
que han logrado, entre otros, que Brasil se haya convertido en la potencia que
hoy es y que con seguridad seguirá siendo.