lunes, 7 de julio de 2008

Desentramado
 
Si tuviera que elegir una sola palabra que simbolizara la diferencia entre civilización y salvajismo elegiría: entramado.
    En el orden social, intelectual y cultural,  un pueblo dependerá fundamentalmente de lo entramado o  desentramado en que sus habitantes y diversos sectores se encuentren.
  Un hombre de los medios de comunicación (demasiado estereotipado en su modo de comunicar) acertaba cuando en sus programas de interés general repetía:
- Y si señores, todo tiene que ver con todo, y  me permito agregar; “todos tenemos que ver con todos”, pues de no ser así, las cosas van muy mal.
   Resolver individualmente  los dilemas que se nos plantean  a lo largo de la vida no está mal, pero para ser hombres y mujeres en serio de ninguna manera es suficiente.
   Comprometerse con el prójimo es crucial, claro que nadie puede ser comunidad sin ser sujeto,  la construcción del yo y del yo con el otro, debería darse en simultáneo y es así que tiene que ser impartida la enseñanza desde las bases. Entender que lo que al otro le sucede “nos” sucede  sólo se aprende si alguien nos lo enseña, de lo contrario aceptamos el estado de salvajismo egoísta con absoluta naturalidad, ignorando  nuestra esencia; el  entramado convivencial.
  Desaprender lo mal aprendido e intentar aprenderlo bien, para transmitirlo a la descendencia   urge   y para ello nada mejor que formularnos preguntas, y cuanto más simples   más aclaran .¿De dónde vengo? Vengo de dos, no hay uno sin dos. ¿Quién soy?  Soy con el otro, sin el otro no soy. ¿A dónde voy? , sólo, a ninguna parte.
   Que un día  dejamos  de vivir, no quiere decir que lo que  hicimos por la familia,  por el club, el barrio, el hospital, la escuela, la biblioteca,  no siga vivo inscripto en el  tiempo de  todos los tiempos, el de la eternidad.


    Ser hasta el final, con, y por los demás es la  única forma de hacerlo por nosotros mismos.

domingo, 6 de julio de 2008

El que se fue a Sevilla...
  
 Que cuando no ocupamos el lugar que nos corresponde, lo ocupan otros no es novedad, pero somos la especie con la cabeza más dura, no aprendemos.
             Recientemente en AMIA (Asociación Mutual Israelita Argentina), el ala ortodoxa de la comunidad judía ganó las elecciones, lo cual generó en la colectividad hebrea de todo el país, especialmente en Capital Federal, un gran revuelo.
              Lógico, cuando el sector más dogmático de la asociación comenzó a manifestar dentro y fuera de la comunidad sus fanáticas declaraciones normas y estatutos, se originó de inmediato una participación que previamente no se había hecho presente.
            ¿Por qué?  Porque para que  la  rígida minoría haya ganado las elecciones en la AMIA fue necesario que la mayoría  menos rígida haya sido poco participativa, en especial el día de las elecciones de la mutual.
             Este es apenas un ejemplo, en una de las tantas comunidades y colectividades que habitan éste que supo ser un “bendito país”, que nos demuestra que todos y no precisamente   juntos, lo hayamos convertido hoy  en un “no tan bendito país”.
             Volviendo a la AMIA, las disposiciones de la flamante comisión directiva provocaron en la anestesiada colectividad la típica y previsible reacción argentina, entonces comenzó la participación con un estilo que siempre repetimos. Pues, no es extraño que los judíos de este país, al igual que otras colectividades, por sobre todo argentinos, adolecemos de una patología llamativamente común y compartida que sin distinción de raza, etnia, ni credo nos afecta de un modo endémico; un individualismo contagioso que consiste en participar  exclusivamente cuando de alguna forma lo ocurrido nos afecta particularmente .
              Es que una de las formas más claras de nuestra decadencia nos hace pensar infantilmente que lo malo sólo puede ocurrirle al otro y sólo cuando nos sucede lo que al otro, recién ahí -como si a uno nunca pudiera pasarle- reaccionamos.  
            Da la sensación  de que únicamente somos país en conjunto para reclamar, cuando el golpe nos asesta, pero siempre  desde la individualidad y como mera  reacción cuando en general ya es tarde. Sea por un corralito, porque nos falta el yogurt en la góndola, por las reformas en el club, o como en este caso por la comisión ganadora de las elecciones en  la mutual. La disconformidad se manifiesta en caliente y porque el mazazo pegó en la propia cabeza.
             Es hora de que comprendamos que cuando democráticamente no participamos en los ámbitos a los  que de alguna forma pertenecemos, alguien lo hace por nosotros sin ninguna garantía de que justamente ese alguien sea el más idóneo.
  Los fanáticos totalitarismos se nutren precisamente de apatía social,  trasformando  justamente la pasividad  del conjunto en su mejor caldo de cultivo para expandirse.
             En este momento de la historia y puntualmente dentro de la comunidad judía, la fracción ortodoxa probablemente cumple el importante rol de generar en cada uno de quienes nos sentimos judíos, de un modo más relajado, la importante  necesidad de hacernos cargo de lo que significa participar activamente.
  Inicialmente un puntapié podría ser por ejemplo... dejar el confort de una platea televisiva, una partida de cartas, el chat, o una siesta, para ir a votar el día de las elecciones a la facultad, el consorcio, el club del barrio, o en este caso la mutual.
             Justamente  cuando Abraham y Sara olvidaron la esencia de lo que Isaac, el hijo tan deseado significaba para ellos y lo convirtieron en mero trofeo de exhibición, Dios los mandó a sacrificarlo, y así la historia alecciona que debieron estar a punto de perder lo tan deseado para volver a recuperarlo. 
Debemos como argentinos comprender que ser ciudadano es más que la mera reacción ante lo que particularmente nos perjudica, o sólo sentirnos parte del conjunto cuando exaltados y efusivos nos abrazamos,  para  corear a viva voz cuando la  selección argentina de fútbol mete un gol, o como en el caso de nuestra colectividad, cuando Macabi encesta un doble al básquet.

No lo  olvidemos, el que se fue a Sevilla....