A contramano
Hoy,
como casi todos los domingos, me dirigí al parque a correr junto a mi fiel
mascota en lo que semanalmente, se convierte en el encuentro más íntimo conmigo
mismo.
De
repente en sentido contrario y a mayor velocidad empezaron a aparecer otros corredores, ellos
corrían una maratón, primero fueron unos
pocos, luego decenas que me obligaban a
esquivarlos., sentí por un momento el fuerte deseo de girar 180 grados y
plegarme al rumbo de la mayoría, pero enseguida desistí, en acompasado ritmo y
con buena autoestima seguí la propia dirección disfrutando “a contramano”.
Comencé
a reír tímidamente, luego de manera franca mientras esquivaba competidores que
brotaban de todas partes y en cuyos competitivos rostros una mueca de soberbia
evidenciaba algo así como; ¿A este loco
que le pasa?
Me
hizo reír aún más un chiste que recordé de gallegos - como decimos en la
Argentina en esa forma no tan saludable ni inofensiva con que nos reímos en
este caso de los españoles -.Cuestión que Manolo va circulando en su vehículo a
toda velocidad por una avenida principal en Buenos Aires, esquivando como loco
autos que vienen de frente, en el medio de tanto nervio, el gallego prende la
radio del coche y la voz de un locutor exaltado comenta: Alerta rojo, en plena avenida libertador y a toda velocidad circula “a
contramano” un vehículo. ¿“Uno?”- le contesta el gallego al locutor esquivando
frenético- son miles chaval, miles.
Valga
la humorada apenas para reforzar esta
idea cada vez más necesaria – entiéndase bien- a contramano.
Qué bueno, por ejemplo que a las nueve de la
noche mientras que cientos de miles adultos se encuentran frente a la caja boba viendo chatarra
televisiva, unos pocos “a contramano” se encuentren junto a la cama de sus
niños leyéndoles un cuento, cultivando
así la fantasía que ellos precisan para existir (como dice Francesco Tonucci un
ensamble perfecto, el adulto quiere contar y el niño escuchar).
Qué bueno que mientras millones de jóvenes se
encuentran, en este momento en el ciberespacio malversando intimidad, unos
pocos, “a contramano”, estén utilizando este recurso navegando tras el
aprendizaje o la biografía de algún hombre de la cultura o la ciencia.
Qué maravilla que mientras cientos de miles
de hombres y mujeres se encuentran en este preciso instante leyendo la moda otoño-invierno, para esta temporada,
en alguna de las miles de estúpidas revistas que inundan el mundo, unos pocos, “a
contramano”, se encuentren absorbidos en
un poema de Pessoa o un cuento de Borges en un
intento por insistir en seguir
comprendiendo de verdad qué significan las palabras.
Qué fabuloso que mientras millones se
encuentran en este momento escuchando ruido, un puñado, “a contramano”, esté
degustando alguna melodía de Mozart,
Beethoven o Bach.
Es que como especie tendemos con
extraordinaria facilidad a plegarnos al
defecto masificando el exceso… difícil es resistir.
Qué bueno que siempre y en todo tiempo y
lugar existan quienes como Shakespeare, Moliere, Chaplin, Einstein, Mozart, Madame Curie, Gandhi,
Borges y tantos otros, circulen así, tal vez no suene bien ni sea la expresión
adecuada, “a contramano”.